Editorial
Editorial

Editorial

Los editoriales están elaborados por el equipo de Opinión de El Periódico y la dirección editorial

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Editorial | Encuesta a un año de las elecciones: sumar o restar

El reflujo del ‘efecto Feijóo’ aleja a las derechas de la mayoría, y las guerras internas de las izquierdas dificulta la reedición de una coalición amplia

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en la última reunión en la Moncloa, el pasado 10 de octubre.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en la última reunión en la Moncloa, el pasado 10 de octubre. / EP

La encuesta realizada por Gesop este mes de noviembre (entre los días 21 y 24) detecta un cambio de tendencia en los principales indicadores, en el sentido de un retroceso del PP y de su líder, Alberto Núñez Feijóo, una recuperación de las expectativas electorales del PSOE y del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Significativa pero lejos del clima de euforia que ha rodeado sus apariciones en el escenario internacional y los éxitos cosechados en el Congreso, con la triple aprobación de los Presupuestos, la reforma del delito de sedición y los impuestos a la banca y las energéticas. Este cambio de tendencia aporta una novedad relevante: el PP y Vox no alcanzarían la mayoría absoluta como sí ocurría en el anterior barómetro, realizado el mes de junio, pero seguirían contando con unas expectativas de voto por encima de sus resultados en las últimas elecciones generales. Un reflujo relativo que ya han reflejado otros sondeos, no solo el sospechosamente discordante estudio de opinión del CIS, aunque ninguno llegue a pronosticar una victoria del PSOE como hace en solitario el instituto oficial.

El efecto Feijóo que llevó a cotas máximas a los populares este verano tras relevar con una imagen de moderación y sensatez a su predecesor Pablo Casado se va disolviendo a medida que el presidente del PP ha ido encontrándose con oportunidades para hacerse escuchar, para confrontar sus posiciones con Sánchez y para mostrar si, a diferencia del superado Pablo Casado, era capaz de evadirse de la particular agenda política de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Y con escaso éxito en cada caso.

El PP sigue teniendo una alta fidelidad de voto, recupera además parte de los sufragios que se habían ido a Vox y recoge el grueso de los restos del naufragio de Ciudadanos. Pero ni la recomposición interna de la derecha ni un significativo pero insuficiente trasvase de voto desde el PSOE (sea porque en determinado electorado el discurso contra la reforma del delito de sedición haya encontrado eco, sea por la inquietud económica) bastan para que las derechas sumen. Y la necesidad de contar con Vox y al menos con un tercer colaborador (por acción u omisión) dificulta en extremo la formación de una mayoría. Especialmente si las vociferaciones de la extrema derecha siguen demostrando a unos que es un socio indeseable, y a otros, un peligro ante el que movilizarse.

Pero si las derechas no suman, el mapa de voto de la izquierda ofrece señales de inestabilidad. La mejora detectada en las opiniones sobre la gestión del Gobierno, tras las últimas medidas sociales aprobadas por el Consejo de Ministros, y la valoración de la situación del país, a medida que pasan los meses y los más negros augurios económicos tardan en hacerse realidad, ha detenido la erosión de las proyecciones de voto. Sería posible así reconstruir la mayoría de la investidura, reforzada ahora en las Cortes. Pero sobre unas bases frágiles: en cualquier momento la valoración de la situación económica del país puede dar un giro desalentador. Y no menos volátil parece la solidez de esa posible mayoría de izquierdas, con algunos de sus componentes dispuestos, al parecer, a disparar con todas sus armas a la que, según el sondeo, es la líder mejor valorada (Yolanda Díaz), y a poner a prueba la solidez de los acuerdos con polémicas como las de la ley trans o la ley del solo sí es sí. Las guerras internas en el espacio a la izquierda del PSOE y la resistencia a cualquier autocrítica en un asunto en que los encuestados no compran el intento de señalar como única culpable a la magistratura no hacen más que dificultar el amplísimo acuerdo de sensibilidades diversas que sería necesario, en el escenario que dibuja la encuesta. Una derecha que no consigue sumar y unas izquierdas que parecen empeñadas en restar no permiten atisbar precisamente un escenario estable a las puertas del incierto ciclo electoral del 2023.