Nuestro mundo es el mundo

¿Empate igual a ingobernabilidad?

Según la encuesta para EL PERIÓDICO, el PP es el favorito, pero tendría difícil la investidura

Leonard Beard

Leonard Beard / Leonard Beard

Joan Tapia

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

EL PERIÓDICO publica hoy una encuesta con datos que conviene reflexionar. El PP ganaría las elecciones con unos 129 escaños contra 108 del PSOE. Pero ambos quedan muy lejos de la mayoría absoluta (176) y con la práctica política actual (bloque contra bloque) quizás nadie pudiera gobernar. En efecto, el PP y Vox se quedan, con sus horquillas máximas, en 170 diputados con pocas posibilidades de llegar a los 176 porque Vox y el PNV son incompatibles. Y la izquierda obtiene un máximo de 147, todavía mucho más lejos de la mayoría absoluta.

Sí, Sánchez fue investido en el 2000 con solo 167 votos, pero ahora los 170 de la derecha impedirían la repetición. Necesitaría un imposible pacto Frankenstein al cuadrado. Y Feijóo con Vox sería difícil que lograra las abstenciones necesarias. ¿Puede la derecha crecer lo suficiente para obtener la mayoría absoluta? Sí, pero hoy no es esa la dirección porque en la encuesta de junio -momento máximo del PP- sumaba 183 escaños y las cosas han cambiado porque el PSOE tiene una ligera subida.

Y el empate es de fondo. El PP más Vox logran el 41,8% de los votos (el 44% si sumamos el 2,2% de Cs que se queda sin escaños) mientras que la izquierda (PSOE, Podemos y Más País) suma el 41,5%. Es una diferencia muy pequeña. Y si a la izquierda le sumamos los grupos nacionalistas resulta que Frankenstein tendría más votos que la derecha.

La derecha se queda en el tope de 170 escaños y el PSOE, con 108 diputados, no tendría ninguna posibilidad de formar un nuevo Gobierno

Estamos pues en un empate, aunque con viento a la derecha porque el 44% cree que el PP ganará las elecciones frente al 33% del PSOE, pero ojo porque en junio los respectivos porcentajes eran del 65% y el 15%. Y Sánchez, con el 21,6%, vuelve a ser el presidente preferido frente al 21,1% de Feijóo. Décimas de diferencia y alta volatilidad.

Y esta sensación de empate se refleja también en otras preguntas. El PP parece tener más opinión a favor que en contra porque el 57% de los encuestados dice que la ley del 'solo el sí es sí' está facilitando reducciones de penas por defectos de la norma mientras que solo el 27% atribuye, como Irene Montero, la culpa a los tribunales. Y son mayoría quienes están en desacuerdo con la reforma del delito de sedición, aunque, por el contrario, la izquierda tiene más empuje en los impuestos extraordinarios a la banca y las eléctricas y en la responsabilidad por la no renovación del Consejo General del Poder Judicial.

La conclusión es que si las cosas no cambian nos podemos encontrar tras las próximas elecciones en un 'cuasiempate' que haga muy difícil la gobernabilidad. O a que se genere todavía más crispación que ahora y la gobernabilidad resulte aún más complicada.

Claro que un empate que llevara a la imposibilidad de formar gobierno podría tener de rebote consecuencias positivas. Los dos grandes partidos, que juntos tienen en esta encuesta el 55% de los votos, deberán ir el rincón de pensar. No para un gobierno de gran coalición -muy difícil y que tiene inconvenientes-, sino para buscar una práctica política menos rígida en la que la investidura y otras leyes no dependieran solo de los bloques. Que se forzaran consensos más amplios.

Hoy por hoy ni Sánchez ni Feijóo están interesados en el deshielo. Sánchez solo recurrió al Gobierno de izquierdas tras negarse a la coalición con Podemos, hasta el punto de repetir elecciones en el 2019. Pero ahora actúa como un converso que cree que fuera de la izquierda todo son negras tinieblas. Y Feijóo, que llegó vendiendo la imagen de un PP centrado, no solo ha mantenido todos los pactos con Vox, sino que se ha negado a renovar el Consejo del Poder Judicial, que lleva casi cuatro años caducado, porque lo cree incompatible con discrepar de Sánchez en la abolición de la sedición. ¿El desacuerdo en una ley -por importante que sea- justifica el incumplimiento reiterado de una reglada y no interpretable norma constitucional que debe ser el mínimo común denominador de los dos grandes partidos?

La gran pregunta es si el 'cuasiempate' comportaría que el bloque contra bloque, que tiende al maniqueísmo polarizador, fuera un factor todavía más fijo del futuro político. O si, por el contrario, tendría un efecto rebote y forzaría una inflexión en la política de bloques.     

Suscríbete para seguir leyendo