El junquerismo es rencor
Los intereses de Aragonès e Illa coinciden en el tiempo. Podrían entenderse, pero está por ver que Junqueras lo permita
Joaquim Coll
Historiador
No habrá reforma del delito de malversación. La rebaja de penas por el efecto retroactivo de la ley del 'solo sí es sí' ha escarmentado al Gobierno. Que ocurriera lo mismo, con la excarceración en cascada de corruptos, sería un mazazo tan fuerte que dejaría a Pedro Sánchez electoralmente muerto. Al votante socialista le gusta entre poco y nada que se elimine la sedición, pero al igual que con los indultos piensa en las ventajas de sacar adelante los Presupuestos, los terceros de una legislatura por la que muchos no daban ni un duro y que, en cambio, ofrece un balance bastante positivo en medio de enormes dificultades (pandemia, guerra, inflación, etc.). El problema lo tiene ahora ERC, sobre todo Oriol Junqueras que ya se veía de candidato a la Generalitat en las próximas autonómicas, pues con la doble reforma del Código Penal (sedición y malversación) lograba prácticamente la amnistía y el fin de su inhabilitación. Para meter presión, la semana pasada, en una entrevista en EL PERIÓDICO advirtió al PSC de que para levantarles su veto tenían que apoyar la reforma de la malversación. A Salvador Illa no debió impresionarle mucho, pues tras las palabras confusas de Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, fue el primer dirigente socialista en señalar su incomodidad con la pretensión de ERC.
Pere Aragonès necesita aprobar Presupuestos para legitimar su débil Govern, que solo cuenta con el apoyo de 33 diputados. Y lo necesita más que antes puesto que Junqueras ya no va a desplazarlo como candidato de ERC. Aragonès también aspira a que la legislatura llegue hasta el final. Pero la realidad es que las cuentas catalanas ya están fuera de plazo para que entren en vigor el 1 de enero de 2023. Veremos qué ocurre en los próximos días. Junts es muy poco probable que los apoye y el PSC exige una negociación formal. Aunque lleva meses con la mano tendida, no puede malvender su voto sin quedar desdibujado como alternativa. Los intereses de Aragonès e Illa coinciden en el tiempo. Podrían entenderse, pero está por ver que Junqueras lo permita. El junquerismo no es amor, sino rencor.
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