APUNTE

Madrid detesta a Luis Enrique. ¡Buena señal!

Luis Enrique, en su canal de Twitch

Luis Enrique, en su canal de Twitch / CAPTURA VIDEO

Albert Guasch

Albert Guasch

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Vaya por delante que el uso del término Madrid en el titular es deliberadamente provocador y tosco. Para ser concretos, habría que escribir un considerable número de tertulianos de las ondas deportivas madrileñas detesta a Luis Enrique, pero en los encabezamientos es preceptivo economizar palabras. Hecha la aclaración, al grano: el técnico asturiano de Gavà no es popular entre muchas de las voces que informan y (ante todo) opinan sobre lo que acontece en la selección española, algunos más conocidos que varios internacionales, por cierto. Y no viene de ahora que se ha buscado un púlpito en Twitch. Desde sus inicios en el cargo, se diría.

No les gusta su forma distante de ser con ellos, que sus opiniones caigan en saco roto, o que no convoque a Sergio Ramos, o que convoque a futbolistas que apenas conocen, o simplemente todo desemboca en algo tan humano como que Luis Enrique no les resulta simpático y a partir de ahí se trata de estirar cualquier hilo. 

Luis Enrique es de los que mea con la suya. Siempre ha sido así, aunque la percepción es que ahora, en comparación a cuando entrenaba en el Barça, ha suavizado las aristas de su carácter. Este Luis Enrique es mayor, también más seguro de sí mismo como entrenador y más complejo como ser humano. 

Conocerle mejor

Las tres conexiones en directo a través de la plataforma Twitch nos han permitido conocerle mejor que juntando diez ruedas de prensa. Y humanizarle. Y tan cierto es que no ‘puentea’ a los medios, porque las conferencias de prensa se mantienen, como que las relativiza y las diluye. Pierden en comparación al tono desenfadado y extrovertido de sus apariciones en la silla de ‘streamer’. 

Luis Enrique, a través de esa hechizante mezcla de humor de vestuario y profundidad sin auto complacencia, nos ha abierto las puertas al cuarto de su personalidad, a su manera de encarar la vida y, también a asuntos banales sobre la convivencia en la selección. Por ejemplo, ha contado que es seguidor de los estoicos (citó un día a Seneca y Marco Aurelio) y que transmite a sus futbolistas ese pensamiento de que no hay que quejarse («aporta más cosas positivas que negativas en la vida»). Ha revelado que medita un poco antes de dar sus charlas a los jugadores. Ha recomendado su libro de cabecera (‘El hombre en busca del sentido último’, de Viktor Frankl). Y ha dejado perlas vitales: «A la caja de pino hay que llegar ‘reventao’». 

Escuchándole, cuesta de entender tanta tirria, pero ya dice él que lo que no se puede controlar, conviene dejarlo de lado. Y en cualquier caso, como se decía en el titular tosco con voluntad de travesura, esa tirria desde las ondas madrileñas es buena señal. Ya la sufrieron Luis Aragonés (antes de triunfar en la Eurocopa 2008) y Vicente del Bosque (antes de levantar el Mundial 2010 y luego la Eurocopa 2012). En cambio, se libró Julen Lopetegui (vaya por Dios).

La presión externa negativa suele servir para cohesionar internamente los grupos. Lo dijo Xavi en un documental sobre Aragonés, al que le llovieron chuzos de punta por prescindir de Raúl. «Lo que aguantó aquel hombre por creer en nosotros… Es que tenías que salir a darlo todo».

Luis Enrique acapara la atención, rebaja la presión y los jugadores le siguen pese a las críticas. Ganar, no se sabe, pero que van a correr como galgos, eso seguro.  

Suscríbete para seguir leyendo