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Cónsules poco honorables

Josep Maria Calmet, excónsul de Albania en Barcelona.

Josep Maria Calmet, excónsul de Albania en Barcelona. / RICARD CUGAT

Albert Sáez

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La figura del cónsul honorario nació con una noble finalidad: estrechar los lazos entre países y dar servicio a expatriados allí donde la diplomacia profesional no llegaba. Podríamos decir que es una especie de diplomacia low cost puesto que reduce los gastos de tener una sede en el extranjero y de compensar al cónsul por su condición de desplazado. Con el tiempo, esta figura se ha pervertido al dejar en manos no profesionales algunas prerrogativas muy apetecibles para todo tipo de negocios turbios. Sin ninguna voluntad de estigmatizar a este colectivo, lo cierto es que la justicia investiga en estos momentos en todo el mundo un mínimo de 550 cónsules honorarios. Quiero ello decir que se ha convertido en una zona opaca en la que la buena voluntad que se le supone a la institución acaba siendo un foco de trapicheos. Dos periodistas de EL PERIODICO, Jesús Albalat y Ricardo Mir de Francia, han participado en una investigación (a través del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que ha permitido saber que 30 españoles con este cargo están siendo investigados. La mayoría son abogados, empresarios o expolíticos que de alguna manera han utilizado su condición diplomática para operaciones de lucro personal ilícito.Sin duda, esta investigación obligará a los gobiernos y a los organismos internacionales a replantear la figura del cónsul honorario que quizás tiene menos sentido en la era de la globalización digital.

Para el diario es un orgullo que Albalat y Mir de Francia formen parte de este equipo de investigación de 50 profesionales, entre ellos también de EL PAIS y la Sexta. Este tipo de trabajos han proliferado en los últimos años porque la complejidad de ciertos hechos requiere un despliegue de periodistas que es muy difícil que un medio pueda afrontar en solitario, no solo por un tema de recursos sino también de conocimiento y de trabajo sobre el terreno. Estas invitaciones son, de hecho, un reconocimiento a los profesionales seleccionados que, en el caso de Albalat, ya le ha hecho merecedor de diversos premios profesionales. Pero, sobre todo, le ha hecho -igual que a Mir de Francia y al resto de la redacción- merecedor de la confianza de los lectores y suscriptores que son la razón de ser del diario y nuestro sustento.