Articulo de Sergi Sol

Zapatero, el domador de leones

El expresidente ha intervenido en el diálogo entre el Gobierno y ERC sin ansias de protagonismo mediático y con talante conciliador y desinteresado

Il·lustración de Leonard Beard

Il·lustración de Leonard Beard / Leonard Beard

Sergi Sol

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El expresidente Zapatero es hoy una de las personas clave para entender el diálogo entre bastidores que ha permitido cocinar a fuego lento las concreciones de la mesa de diálogo entre republicanos y socialistas, que se miraban de reojo. O mejor dicho, entre la Moncloa y un núcleo muy reducido de la dirección de ERC.

De hecho, los republicanos reunieron a su Ejecutiva el viernes por la tarde, para dar cuenta de lo que el presidente Pedro Sánchez anunció por sorpresa en LaSexta de Farreras: la derogación del delito de sedición.

Pero es que los portavoces parlamentarios del PSOE y Unidas Podemos no sabían nada. Patxi López y Jaume Asens no se enteraron hasta minutos antes de ese anuncio de Sánchez, que ha puesto en pie de guerra a la derecha española y soliviantado y descolocado al mundo de Junts, que parece erigirse como una CUP de derechas.

Patxi López quedó en evidencia ante Carlos Alsina en Onda Cero en la víspera. Y Jaume Asens, pese a ser el primero en hablar de reformar el delito de sedición, tampoco ha tenido protagonismo alguno en la gestión del acuerdo. Más bien todo lo contrario, por su insistencia en querer ejercer de puente y por la poca empatía que genera su singular relación con Waterloo. Unos y otros han optado por prescindir de su afán por querer arrogarse un papel de mediador para el que Zapatero, en cambio, sí ha ha sido bendecido. Entre otras cosas, por intervenir sin ansias de protagonismo mediático y por su talante conciliador y desinteresado. Amén de su apuesta en el País Vasco y luego de su reconocimiento a Arnaldo Otegi como uno de los artífices de la paz.

Cautela y discreción han sido dos de los ingredientes para llevar a buen puerto primero el indulto. Y ahora la derogación de la sedición, ahondando en la senda de lo que ERC llama 'desjudicialización' y el PSOE 'agenda del reencuentro'. 

Otro factor ha condicionado y -pese a lo que podría parecer- sigue condicionando toda entente y acuerdo. La desconfianza mutua y el desgaste o contestación que acarrea todo acuerdo entre unos y otros. En ERC, con resquemor por las dificultades habidas para avanzar y los incumplimientos presupuestarios del PSOE, la consigna era: el que está no fía y el que fía ya no está. Esto es que ‘ya no se paga por avanzado’. Mientras, en las filas socialistas persiste un desdén para con los de Junqueras por aquello del tópico de que la cabra tira al monte. Además, el PSOE sufre las desmarcadas de barones ilustres como Lambán o García-Page, además del rechazo que genera en su electorado de frontera con la derecha todo acercamiento a los 'indepes'

Por su parte, ERC ha tenido que quitarse de encima el complejo ante las embestidas y asedio sin cuartel del mundo posconvergente, que no ha cesado de lanzar todo tipo de pullas contra los republicanos con un lenguaje parecido al de la derecha española. En particular, por los acuerdos de investidura con el PSOE y su apoyo a los presupuestos en el Congreso. 

Y es en este contexto que ha ayudado a generar confianza la mediación de Rodríguez Zapatero. Bien visto por los gerifaltes republicanos y al que reconocen su compromiso sincero en pos del acuerdo. Un Zapatero que logró congraciarse con Pedro Sánchez, pese a su apuesta por Susana Díaz junto a Felipe González y el conglomerado político y mediático del entorno socialista.

Zapatero tuvo un papel notable a favor de los indultos, como lo ha tenido ahora con la derogación de la sedición. Un cambio significativo en el Código Penal que podría tener continuidad con una próxima corrección de la malversación, que debería concretarse en fase de tramitación parlamentaria con alguna enmienda en particular. 

El proceso abierto entre ERC y el PSOE también indica una rotura de los bloques y del trasvase de votos entre estos, hasta hace poco irrelevantes. Así lo indica la última encuesta del CEO, según la cual el segundo partido de los votantes de ERC sería el PSC. Y al revés, aún con mayor intensidad. Es una novedad muy significativa entre dos partidos que afrontan las próximas elecciones municipales como grandes rivales. Y si esto ya fue así en mayo de 2019, que las fronteras se hayan vuelto más porosas en 2022 solo acentúa su disputa electoral con una ERC más homogénea en el conjunto del país, frente a un PSC más fuerte en las grandes ciudades y regiones metropolitanas. Con la capital, Barcelona, como trofeo más deseado por unos y por otros con la paradoja que el candidato virtual de Junts, Xavier Trias, apuesta por la sociovergencia. Pero ese ya es otro cantar en el que Rodríguez Zapatero ni medra ni piensa medrar, por aquello de "zapatero a tus zapatos".

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