El Mediterráneo: una historia inédita sobre clima, amenazas y esperanzas

Por primera vez en la historia de las negociaciones sobre el clima, hay una voz mediterránea en la mesa. Una diversa coalición organiza el Pabellón Mediterráneo en la COP27: Norte y Sur, sector público y privado, empresas y universidades, mujeres y hombres. Nos reunimos para tratar de frenar una amenaza existencial para nuestro mar y nuestra región. El Pabellón Mediterráneo no solo servirá para poner de relieve la urgencia de la crisis climática y la necesaria transición sostenible, sino también para dar a conocer las soluciones y políticas innovadoras que han surgido en esta región.

La emergencia climática es global y exige la atención de todos. Pero su gravedad e impacto no se viven por igual. La región mediterránea está más expuesta en términos climáticos y socioeconómicos, y si no actuamos ahora nos enfrentamos a predicciones nefastas. Este verano, una letal ola de calor causó estragos con sequías e incendios forestales y dañó enormemente los ecosistemas marinos. Decenas de miles de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares y otras perdieron la vida: en el norte de Argelia, al menos 40 personas fallecieron en los incendios de agosto. A su vez, en el suroeste de Francia, más de 36.700 personas fueron evacuadas. España y Portugal se enfrentaron a las peores sequías en más de 1.000 años. Un Mediterráneo desestabilizado es una amenaza global al ser el lugar donde convergen tres continentes.

Ante esta crisis climática global, hay que tomar medidas concretas para salvar la región mediterránea de su rápido deterioro. Este verano no es un ejemplo aislado. En conjunto, la región mediterránea es la segunda que más rápido se calienta a nivel mundial, y sus aguas las que más rápido lo hacen.

La Red de Expertos del Mediterráneo en Cambio Climático y Medioambiental (MedECC) publicó un informe pionero sobre los problemas medioambientales y climáticos a los que se enfrenta nuestra región. Si no se toman ya medidas políticas y económicas, las olas de calor extremas se intensificarán hasta que muchas ciudades sean casi inhabitables. La vida en la costa también se verá amenazada, ya que se prevé que el nivel del mar suba un metro de aquí a 2100, lo que también pondrá en peligro los medios de vida de más de 37 millones de personas, al aumentar la posibilidad de sufrir escasez de alimentos y propagación de enfermedades y patógenos transmitidos por el agua. Esto podría provocar inestabilidad política, desplazamientos humanos e incluso conflictos.

Este es un escenario que nadie puede permitirse. Pero nuestra historia no es solo un grito de concienciación y ayuda. Es más bien un relato de esperanza, de acción decisiva y de paz. El Pabellón Mediterráneo en la COP27 quiere mostrar cómo, a escala regional, estamos adoptando un enfoque para hacer frente al cambio climático simple pero eficaz: 'juntos podemos, juntos debemos'. La reconocida diversidad del Mediterráneo ha impulsado frecuentemente la fragmentación y la falta de entendimiento. Pero esta realidad puede volverse a nuestro favor, la riqueza de conocimientos y recursos es capaz de mitigar las amenazas que se ciernen en beneficio de todos.

El Mediterráneo tiene un enorme potencial para aportar las soluciones que necesitamos para evitar los peores escenarios previstos. El intercambio de conocimientos y experiencia debe convertirse en la norma. Al sur y al este del Mediterráneo existe un enorme potencial para la energía solar, eólica y marina pero si su producción fuera solamente local no habría suficiente demanda para financiar su adecuado desarrollo. Al norte del Mediterráneo, la desertificación se está acelerando como consecuencia de las sequías y el uso insostenible del agua. Pero los procesos agroecológicos, los recursos fitogenéticos y la experiencia milenaria sobre cómo explotarlos residen de forma casi exclusiva en el sur. ¿Debemos quedarnos cada uno con lo que tenemos?

Nos hemos unido para enviar un mensaje: ningún gobierno puede hacer frente a una amenaza global por sí solo. Cuando los países adoptan políticas climáticas de forma individual, perdemos el enorme beneficio que los recursos energéticos renovables y las infraestructuras de las distintas regiones pueden ofrecernos a todos. Si conseguimos ver la diversidad como un recurso en lugar de desconfiar de ella, podremos resolver la crisis climática. Y, paralelamente, estaremos sentando las bases para la paz.