Buscando el conflicto catalán
No es que para solucionar eso no haga falta reformar ley alguna, es que solucionar eso ni siquiera merece la pena
Albert Soler
Periodista
A mí me parece de perlas que para acabar con el conflicto catalán se eliminen delitos del Código Penal; para acabar con un conflicto todo vale, hasta suprimir el propio Código Penal si se tercia, que los conflictos son muy feos. El problema es que, por más que lo busco, no hallo este famoso conflicto catalán. Salgo de buena mañana de casa, me tomo un café en La Tahona y no veo conflicto alguno entre los parroquianos, a no ser que el día anterior hubiera fútbol. De camino al periódico, me fijo en los viandantes y están como siempre, sin conflicto a la vista. Los semáforos funcionan, esquivo bicicletas y patinetes con la habilidad que otorga la experiencia, hablo con conocidos, los aviones surcan el cielo, las fuentes sueltan agua, se vende lotería de Navidad y estamos todos esperando que empiece el Mundial porque nos importa un bledo que se celebre en Qatar. A saber dónde debe estar el famoso conflicto que obliga a reformar leyes para resolverlo. Habrá que preguntarle a Pedro Sánchez.
En Catalunya hay tantos conflictos como catalanes, cada cual tiene el suyo propio. El conflicto de algunos catalanes es llegar a fin de mes, el de otros es que su señora no les ponga los cuernos y el de los de más allá, averiguar de una vez qué género les corresponde. El mío, más modesto, es que me sirvan la cerveza helada, que es como me gusta. También hay catalanes cuyo conflicto es no vivir en la 'republiqueta' que sus líderes les prometieron, y unos pocos tienen el conflicto de haber sido condenados a cárcel e inhabilitación. El conflicto de Junqueras, en particular, es su ignorancia jurídica: por eso anda reclamando que no se castigue la “malversación de pensamiento”, que jamás ha sido castigada. A la vista está que el orondo dirigente de ERC cae en el pecado de la gula sin tiempo a pensarlo siquiera, de ahí que confunda pensamiento y acto. Como se ve, conflictos no nos faltan, pero ninguno de ellos es un “conflicto catalán” que a todos ataña.
Igual es que desde Madrid, que es donde viven los que mandan, lo tienen mal entendido. Tal vez piensan, cosas la distancia, que a alguien le importa que de vez en cuando los lacistas protesten, acusen, berreen o se manifiesten. No es que para solucionar eso no haga falta reformar ley alguna, es que solucionar eso ni siquiera merece la pena. Con lo que nos reímos a su costa.
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