Artículo de Rafael Vilasanjuan

La guerra de los migrantes

¿Tiene sentido que Francia e Italia abran un conflicto en un espacio común compartido? En el espacio Schengen no hay ninguna posibilidad de que las políticas migratorias sean impulsadas por cada Estado

Migrantes descansando a bordo del barco de rescate "Ocean Viking" de la organización humanitaria marítima europea "SOS Mediterranee" en aguas internacionales en el golfo de Catania

Migrantes descansando a bordo del barco de rescate "Ocean Viking" de la organización humanitaria marítima europea "SOS Mediterranee" en aguas internacionales en el golfo de Catania / VINCENZO CIRCOSTA

Rafael Vilasanjuan

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Los inmigrantes son el combustible político ideal de los apóstoles del apocalipsis. Escampan temores entre la sociedad para conseguir poder. Los utilizaron los ultranacionalistas en Gran Bretaña para conseguir el Brexit, pero una vez conseguido el objetivo, su sistema de salud está lleno de vacantes, y les falta más de medio millón de profesiones básicas, que la población autóctona no puede cubrir, desde transportistas a camareros. Lo utilizó también Donald Trump para llegar a la Casa Blanca, prometiendo que acabaría construyendo los dos mil kilómetros de valla que faltaban para sellar toda la frontera con México. ¿Cuántos construyó? Solo 15, el resto pasaron al olvido. 

La extrema derecha, que ahora gobierna en Italia con Giorgia Meloni, también repostó en campaña el mismo combustible de la inmigración para incendiar el debate y alcanzar el poder. El problema, una vez en el Gobierno, es que solo puede mantener las promesas saltándose las leyes que obligan a llevar al puerto más cercano a cualquier persona recogida en socorro en aguas internacionales. Eso vale lo mismo para nosotros -europeos-, que para un nigeriano. Pero Italia quiere marcar terreno con la inmigración. Manteniendo que son un peligro, más que una necesidad, cohesiona sus narrativas del miedo. Lo mismo ocurre en Francia, donde finalmente llegó el barco y aunque la extrema derecha no gobierna, incomoda e influye, agitando las mismas amenazas entre la sociedad. Pero, ¿tiene sentido que dos países abran entre ellos una guerra de migrantes en un espacio común compartido y sin fronteras? En el espacio Schengen no hay ninguna posibilidad de que las políticas migratorias sean impulsadas unilateralmente por cada Estado. O creamos un marco común europeo que ordene la entrada en origen, evitando buena parte del tráfico humano y los naufragios que provoca, o acabaremos volviendo a poner las fronteras que con tanto esfuerzo y convicción logramos quitar en Europa, para beneficio de todos.

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