Kennedyana y 'pagèsica'
El magnicidio del presidente, viene a decirnos Vicenç Pagès Jordà, es el epicentro de una historia que se ramifica hacia el pasado y el futuro, y cambia la historia de Occidente
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
De repente me retorna un recuerdo infantil, enterrado quién sabe dónde: el día en que supe quién era John Fitzgerald Kennedy. Tenía 10 años y la curiosidad me hacía hojear los pocos libros que había en casa. Entre ellos '¿Quién mató a Kennedy?', de un tal Thomas Buchanan —no he olvidado ese nombre—. Pregunté a mis padres quién era ese señor que alguien había matado y ellos me lo contaron con todo el detalle que pedía un mito de su tiempo, con la impresión todavía viva de aquella noticia que, desde los fabulosos Estados Unidos, había sacudido el mundo.
La vivencia se me ha despertado leyendo 'Kennedyana', la obra póstuma de Vicenç Pagès Jordà que publica Navona. Pagès Jordà, que murió de un cáncer el pasado mes de agosto, había dejado listo este ensayo híbrido, de gran erudición cultural, que observa desde muchos ángulos una de las obsesiones de su vida: la familia Kennedy y, en concreto, JFK. Pagès nació en 1963, solo tres semanas después del asesinato de Kennedy, y en 'Kennedyana' nos deslumbra siguiendo el impacto que significaron JFK y su fin trágico, junto al elenco de figuras que le acompañan, de la primera dama Jackie Bouvier Kennedy (y Onassis) a toda la estirpe familiar. El magnicidio del presidente, viene a decirnos VPJ, es el epicentro de una historia que se ramifica hacia el pasado y el futuro, y cambia la historia de Occidente. Con JFK se vuelven populares las teorías de la conspiración, el carisma como argumento político o la realidad televisada, entre otros, y todo se convierte en una especie de “superproducción que recoge los temas de fondo que nos fascinan desde la guerra de Troya: el amor y la muerte, la belleza y la violencia, el poder y la patria”.
Sin embargo, el lector que conozca la obra de Pagès Jordà entenderá que este ensayo es también un retrato de una época que él ya describía en sus novelas. Podemos llamarla, si se quiere, una memoria 'vintage' que, sin caer en la trampa de la nostalgia, se fija en los símbolos y leyendas que definieron el imaginario de una generación —la de sus padres, de los míos— y de rebote nos preparó a nosotros para entender que la vida puede ser un espectáculo.
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