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Derogación de la sedición: los electores empujan a profundizar en el diálogo

Salvador Illa y Pere Aragonès, durante un debate en el Parlament

Salvador Illa y Pere Aragonès, durante un debate en el Parlament / FERRAN NADEU

Albert Sáez

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A menudo, cuando los periodistas pedimos explicaciones a los políticos sobre determinadas decisiones que nos parecen irracionales, nos responden que las encuestas les obligan a tomarlas. La última encuesta del CEO (organismo público de la Generalitat) intensifica la tendencia de la primera que publicó EL PERIÓDICO tras la salida de Junts del Govern. El PSC de Salvador Illa se consolida como el primer partido de Catalunya y se acerca a los 40 diputados, una cifra que hace casi una década que no suma ningún partido en solitario. Esquerra avanza en el objetivo que persigue con el calvario de gobernar en solitario y es, claramente, la fuerza hegemónica en el independentismo, con Junts en caída libre mientras juega al activismo de la 'cuchipandi' de Laura Borràs. La novedad del CEO es que el bloque por la independencia podría no sumar mayoría absoluta y el bloque constitucionalista tampoco lo haría sin el PP que recupera mucho terreno. Comuns, CUP y Vox mantienen expectativas.

En este contexto, parece claro que el premio en las encuestas se lo llevan los partidos que han apostado por el diálogo y por la política frente a los que lo hacen por la confrontación y por la judicialización. Sin dar aún resultados tangibles, la Mesa de Diálogo genera un clima que recibe el apoyo de los electores. Si la lógica electoral se impone, lo que tocaría en los próximos meses es perseverar en ello a pesar de las dificultades objetivas que suponen la coincidencia de al menos dos campañas electorales y la fragilidad del gobierno de Aragonès. ¿Cómo afianzar esa vía del diálogo? Estos serían algunos de los indicadores: que la reforma del delito de sedición -ya anunciada por Sánchez- se materialice; que Esquerra diera apoyo a los Presupuestos Generales del Estado; que Aragonès aprobara sus presupuestos en tiempo y forma; que el Ayuntamiento de Barcelona tuviera cuentas aprobadas para 2023, y que algunas zonas sensibles del Govern (sanidad, educación y seguridad) contaran con un apoyo parlamentario suficiente y estable. La aprobación vergonzante de los presupuestos en una y otra cámara sería la mejor munición para Borràs y compañía. Para evitarlo, Aragonès tiene una vía plácida de salir del atasco como ha hecho Sánchez: cumplir el compromiso de crear también una mesa de diálogo en Catalunya. Recibiría, de buen seguro, premio parlamentario y demoscópico.

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