Los límites de Marine Le Pen

El Reagrupamiento Nacional (RN), el antiguo Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, tiene nuevo presidente, Jordan Bardella, un joven eurodiputado de 27 años que presidía el partido interinamente desde hace un año y era el favorito de la hasta ahora presidenta, que deja la dirección para concentrarse en su candidatura a las elecciones presidenciales de 2027. El triunfo abrumador de Bardella (84,84% de los votos de los militantes) significa también el triunfo de la línea más identitaria frente a la línea social representada por el alcalde de Perpinyà, Louis Aliot, expareja de Marine Le Pen.

Bardella es el primer presidente del FN (ahora RN) que no se apellida Le Pen, aunque está emparentado con la familia. Sus ideas están más cerca del polemista Éric Zemmour que las de la propia Marine Le Pen y de Aliot. Sostiene que quiere hacer una síntesis entre el marinismo y el zemmourismo. Su llegada a la presidencia del partido ha sido empañada por la exclusión temporal de la Audiencia Nacional del diputado lepenista Grégoire de Fournas, que protagonizó un incidente racista y xenófobo. También ha estado rodeada de acusaciones de "purga" del otro sector minoritario. Aliot solo obtuvo un 15,16% de los votos de la militancia.

La minoría asegura que la elección de Bardella significará un parón en el proceso de desdiabolización iniciado por Marine Le Pen hace una década y que la ha llevado a obtener 13 millones de votos en las últimas presidenciales. Además de Aliot, los más críticos con Bardella son los integrantes del llamado 'clan de Hénin-Beaumont', localidad norteña que es un auténtico bastión de la extrema derecha. Los dirigentes del clan, el diputado Bruno Bilde y el alcalde de la población, Steeve Briois, temen que Bardella abandone la aspiración de que el partido penetre tanto en la derecha como en la izquierda, bajo la consigna “ni derecha ni izquierda”, para concentrarse solo en la derecha y aliarse con los seguidores de Zemmour. Ambos han sido excluidos de la ejecutiva, en la que sí ha entrado Aliot como primer vicepresidente.  

Pese a su carácter minoritario, la posición adoptada en la campaña para la presidencia del partido por el alcalde de Perpinyà ha representado una verdadera novedad. Aliot propuso, en un artículo publicado el 13 de octubre en el diario 'L’Opinion', “abrir el camino de un Bad Godesberg a la francesa”, en referencia al giro efectuado en 1959 por el SPD alemán en el que la socialdemocracia renunciaba al marxismo y aceptaba la economía de mercado. Aliot aboga por superar etapas para avanzar en la desdiabolización, “reunir una mayoría” y abrir el diálogo “a otros”, que no pueden ser los seguidores de la teoría racista del “gran reemplazo”, la progresiva sustitución de los franceses de pura cepa por los inmigrantes, tesis defendida por Zemmour y también por Bardella, aunque sin llamarla en esos términos, vetados por Marine Le Pen.

Aliot rechaza solo la “inmigración ilegal” y no cualquier tipo de inmigración y teme “un retroceso o una pausa en esta evolución lejos de las obsesiones identitarias, cuando es necesario hablar a todos los franceses”. “Veo en mi ciudad la aportación que pueden hacer nuestros compatriotas de origen y religión diferente, que no corresponden a la visión que los identitarios tienen de un francés”, añadía en el artículo. Bardella respondió a estos planteamientos en una entrevista en la revista de extrema derecha 'Valeurs Actuelles', en la que afirmaba que, en temas como la identidad, la inseguridad y la inmigración, “un Bad Godesberg es ni más ni menos que proponer a los afiliados al RN romper con la línea política de Marine Le Pen”.

Esta evolución de Aliot es coherente con el acto, impensable hace solo unos años, que protagonizó el mismo día en que se publicó su artículo. El alcalde de Perpinyà condecoró con la medalla de la ciudad a Serge y Beate Klarsfeld, la familia símbolo de la persecución de antiguos nazis y sus colaboradores en Francia. 

Marine Le Pen pretende mantener la equidistancia entre Bardella y Aliot en los temas importantes, pero sus preferencias para la dirección del partido se inclinaban hacia su joven sucesor. La victoria incontestable de Bardella y de sus ideas es, pues, una demostración de que la desdiabolización impulsada por la ya expresidenta tiene sus límites.  

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