Artículo de Carlos Carnicero Urabayen

Polarización sin final a la vista

Biden sobrevive a estas ‘midterms’, algo que parece una buena noticia para su partido, pero no coge suficiente fuerza como para situarse como un buen candidato para la reelección

El president dels Estats Units, Joe Biden, en Bowie

El president dels Estats Units, Joe Biden, en Bowie / Dominick Sokotoff/ZUMA Press Wir / DPA

Carlos Carnicero Urabayen

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La gran partida en dos que atenaza la sociedad norteamericana permanece intacta tras las elecciones de medio mandato que acaban de tener lugar. Los demócratas pierden menos de lo esperado, los republicanos no arrasan como pensaron y los puentes de entendimiento entre ambos espectros sociales permanecen bajo mínimos con la amenaza de un retorno de Trump en 2024 como telón de fondo.

El viento era favorable para que los republicanos barrieran. La inflación se aproxima al 9%, el máximo en 40 años. El voto económico – que castiga a los gobiernos cuando se resienten los bolsillos – prometía reinar en esta elección, con un presidente, Joe Biden, a las puertas de cumplir 80 años, sin popularidad ni largo recorrido político por delante.

La resistencia de los demócratas ha sido considerable. El partido que permanece tutelado por la pesada e inquietante sombra del expresidente Trump toma ventaja, pero deja dudas sobre su capacidad de movilizar a los votantes, cada vez menos, que siguen siendo moderados.

En circunstancias similares, con los republicanos fuera de la Casa Blanca, el partido sacó bastante más ventaja. En la época de Bill Clinton recuperaron en una elección hasta 54 representantes y 64 frente a los demócratas de Obama en 2010, unos números bastante lejanos en la elección actual.

En el país que popularizó la expresión “es la economía, estúpido”, como un recordatorio de que en las elecciones se impone la cuestión económica, la polarización, la incapacidad de entenderse ni de votar a la opción de enfrente, marca la batuta. Los demócratas, capitaneados por Biden y con la reaparición de Obama, han logrado poner el acento en los valores, en la decisión del Supremo de revisar los supuestos del aborto y en atraer votos alertando sobre la amenaza para el sistema que representa Trump.

Biden sobrevive a estas ‘midterms’, algo que parece una buena noticia para su partido, pero no coge suficiente fuerza como para situarse como un buen candidato para la reelección. Su relativa resistencia deja en suspenso el debate fundamental sobre su sucesión en las presidenciales de 2024.

El máximo ganador es un político republicano llamado Ron DeSantis, reelegido gobernador de Florida y comprensiblemente exultante tras haber sacado 20 puntos a su rival. Con la mirada puesta en 2024, su figura y su discurso identitario y conservador gana un peso considerable dentro de su partido. 

Es probable que Trump anuncie en los próximos días su candidatura. No importa que el asalto de sus seguidores al capitolio pusiera lo más sagrado en juego. Tampoco que su descaro, su forma de tomar el pelo, siga intacto (acaba de explicar frente a las cámaras que si a los republicanos les va bien ahora es gracias a él y que si les va mal en esta elección no es un tema que vaya con él). Su posible retorno siembra de inquietudes el futuro del país, condenado en todo caso a soportar su legado: solo el 40% de los votantes republicanos confía en el conteo electoral. 

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