Artículo de Manel Esteller

Intercepción

La palabra está de moda en oncología y alude a la necesidad de actuar contra el cáncer en estadios precoces para impedir su evolución. Aparte de los métodos preventivos, la investigación apunta cada vez más en esa dirección

Células de cáncer de colon humano con los núcleos celulares teñidos de rojo y la proteína E-cadherina teñida de verde.

Células de cáncer de colon humano con los núcleos celulares teñidos de rojo y la proteína E-cadherina teñida de verde. / NIH Image Gallery from Bethesda, Maryland, USA

Manel Esteller

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Sí, ya sé que parece el título de una nueva película de misterio o ciencia ficción, o de la nueva serie de moda en Netflix o HBO, pero no es eso. Estaría más cerca de la jugada de fútbol americano en que el atacante lanza un pase larguísimo y el defensor intercepta la pelota, atrapándola antes de que el delantero del equipo contrario pueda recibirla. Pues la palabra ‘intercepción’ (del inglés ‘interception”) está de moda en oncología.

La idea detrás de la misma sería poder actuar antes de que el cáncer esté avanzado, previniendo su progresión posterior, o detectarlo en estadios precoces donde las intervenciones médicas –cirugía, radioterapia, quimioterapia– puedan ser curativas. Para muchos tipos de tumores esta intercepción ya se realiza en cierta manera. Por ejemplo, en el caso del cáncer cervical, las citologías en las revisiones ginecológicas han salvado miles de vidas al detectar displasias (células alteradas, pero aún no tumorales) o neoplasias cervicales intraepiteliales (CIN) que pueden ser fácilmente tratables. En el caso del melanoma, la detección individual de cambios en nuestros lunares seguidos de una visita al dermatólogo han permitido extirpar estos tumores cuando aún son incipientes. De la misma manera, la mamografía, aunque claramente mejorable y molesta, ha conseguido que cada vez se detecten tumores de mama más pequeños que solo requieren cirugías poco invasivas y mínima quimioterapia. Todo ello sin contar que las vacunas contra el virus de la hepatitis B y los virus del papiloma evitan el desarrollo de ciertos tumores del hígado, cuello del útero, peneanos, anales y de la boca y la garganta. Detección precoz y prevención.

Recientemente, el Instituto Nacional del Cáncer  de EEUU (NCI) ha lanzado una serie de estudios que podemos englobar en este concepto de intercepción. Durante más de una década, el NCI ha conseguido obtener una buena caracterización molecular de casi todos los tipos de tumores del cuerpo humano. Alrededor de unos 500 pacientes por cada tejido. En los mismos se ha determinado el genoma (secuencia ADN), epigenoma (regulación ADN) y transcriptoma (expresión del ADN), y esta información ha sido depositada en internet de forma gratuita y con libre acceso. Es el llamado proyecto TCGA y ha sido extraordinariamente útil en sí mismo, y aun más como base para que otros investigadores hayan podido realizar sus descubrimientos. Pues en la actualidad, uno de los proyectos más interesantes del NCI es la consecución de la configuración molecular no de los tumores establecidos, sino de sus lesiones premalignas. Cada tipo de cáncer es un mundo en cuanto al tiempo de desarrollo del tumor desde la primera lesión celular, pudiendo ser semanas o meses, hasta décadas, pero si podemos averiguar cuáles son los eventos que tienen lugar en esas proliferaciones primitivas, tenemos mucho ganado. De entrada, podemos tratar con fármacos específicos esas alteraciones, ya que al tratarse de un número reducido, los tumores no pueden usar estos cambios para adaptarse a los fármacos, evitando así la quimioresistencia. Además, conocer estos cambios, que definen que se está en el camino de tener un cáncer verdadero, permitiría diseñar pruebas diagnósticas selectivas para estas modificaciones, pruebas fácilmente practicables con materiales biológicos de fácil acceso como biopsias, heces, orina y sangre. En este último caso hablaríamos del concepto de biopsia líquida, pero no usado para detectar un càncer, sino la lesión premaligna del mismo.

Existen muchos otros niveles en los que podemos hablar de intercepción del cáncer, desde los más preventivos –evitar el consumo de tabaco y alcohol y la exposición a radiaciones, así como la lucha contra la obesidad, el sedentarismo y la polución– hasta los relcionados con la investigación. En este caso, por ejemplo, existe la idea de que inflamaciones excesivas prolongadas en el tiempo crean un sustrato donde las células se pueden transformar más fácilmente en un tumor. De la misma manera, una flora bacteriana (microbioma) alterada podría fomentar el desarrollo de ciertos tumores, sobre todo del tracto digestivo. Son áreas de investigación activa y el escenario a veces es complejo. Un ejemplo, muchas personas (cada vez más con el envejecimiento de la población) presentan mutaciones de ciertos genes en su sangre. Este fenómeno se denomina hematopoyesis clonal (siento la palabreja). Pues la misma se asocia a más cánceres de la sangre, pero también a mayor probabilidad de enfermedades cardiovasculares. Así, quizá la intercepción del cáncer también disminuya el riesgo de otras enfermedades. ¡Sería perfecto!

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