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El 'caso Dalmases' clama al cielo

El diputado Francesc de Dalmases con Laura Borràs, a las puertas del Parlament

El diputado Francesc de Dalmases con Laura Borràs, a las puertas del Parlament / LORENA SOPENA / EUROPA PRESS

Albert Sáez

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Vaya por delante que, personalmente, considero que el reglamento del Parlament que obliga a suspender a los diputados cuando son enjuiciados vulnera su presunción de inocencia. Fue un pacto de Jordi Turull, actual secretario general de Junts per Catalunya, con la CUP para expiar las culpas de Germà Gordó, para quien esta semana el fiscal ha pedido 22 años de prisión por un caso de corrupción. Suspender a un electo cuando es investigado comporta vulnerar su presunción de inocencia. Y privar a los ciudadanos que lo votaron de su derecho de representación política. Que los partidos de la transición prefirieran durante décadas taparse las vergüenzas con la corrupción no impide decir que Laura Borràs o Alberto Rodríguez no tendrían que dejar de ser diputados sin una sentencia firme. Fue el partido de Borràs y sus amigos de la CUP quienes impulsaron ese reglamento. No la pérfida Esquerra o lo que llaman 'el bloque del 155' al servicio de operaciones de 'lawfare' de los colonos que diría la presidenta suspendida. Es lo que Pujol padre llamaría un autogol.

La suspensión de Borràs está en la base de la salida de Junts del Govern y de la tensión interna que vive desde entonces esta formación. En este contexto, Borràs ha salido en defensa de unos comportamientos de Francesc de Dalmases que no hubiera defendido en ningún otro. Si quedaba alguna duda, los testimonios excepcionales publicados el jueves por Sara González dejan en evidencia que lo que Dalmases ha reconocido hacer con la subdirectora del programa FAQS es un patrón y no una anécdota. El instinto de Borràs falla cuando no se da cuenta de ello. Y el liderazgo de Turull es más débil que el de Feijóo cuando desbarata una recogida interna de firmas para exigir a Dalmases que deje el escaño o, al menos, el grupo parlamentario. Esto no es una caza de brujas, ni interna ni externa, y cuesta creer que alguien como Carles Puigdemont, que tendrá otros muchos defectos pero no este, aún ampare políticamente a este personaje. Desde hace demasiado tiempo, este espacio político (liderado por CiU, el PDECat o Junts) transfiere sus problemas internos al conjunto de Catalunya. Pero en el caso de Dalmases, me temo que los electores no están dispuestos a taparse la nariz por amor a la patria. El despropósito es demasiado grande para que quede impune. Sin presumir que es culpable de nada más que lo que él mismo ha reconocido.

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