Artículo de Care Santos

La pluma de Aurora Picornell

Me conmueve pensar que con ella pudo escribir también algunos de sus artículos

El busto que recuerda en Palma a Aurora Picornell.

El busto que recuerda en Palma a Aurora Picornell. / Guillem Bosch

Care Santos

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Parte de nuestra historia sigue bajo tierra, en esas fosas comunes que se abren con desesperante lentitud (si es que se abren). La Guerra Civil sigue arrojando cadáveres a las cunetas de nuestra existencia. Imposible olvidar que siguen ahí, por tiempo que pase.

Aurora Picornell fue una de las dirigentes del Partico Comunista mallorquín. Sindicalista, feminista, costurera de profesión. Desde los 16 años escribió y publicó artículos contra el fascismo. Los sublevados la detuvieron en cuanto controlaron la isla, en julio del 36. Fue asesinada la noche de Reyes de 1937, junto a otras cuatro costureras. Se las conocía como "las Rojas del Molinar". Aurora tenía 24 años.

Hace apenas unos días aparecieron sus restos, durante los trabajos de exhumación de fosas comunes en Manacor. La primera sorpresa fue hallarla en Manacor, puesto que se creía que había sido asesinada en Porreres. Pero así son las exhumaciones: no solo afloran los cadáveres, también las historias. El cuerpo de Picornell tenía cinco orificios de bala. Había sido torturada y tal vez violada. Y junto a sus huesos aparecieron varios objetos personales, entre ellos, una pluma estilográfica.

He visto fotos de la pluma. Es de ebonita, de colores rojizos y efecto marmolado. Me conmueve observarla, testigo indemne del horror. Le pregunto a Julia Gusano, la persona que más sabe de plumas antiguas que conozco, si me puede decir algo de ella. Es una pieza de los años 20, tal vez una Conway-Stewart o una Swan, asegura. No muy grande, sin clip (es decir, un modelo 'lady'). No todo el mundo tenía una pluma inglesa en los años treinta. No todo el mundo la llevaba siempre consigo. Esa pluma acompañó a Picornell en sus peores horas. Incluido el final. 

Me conmueve pensar que con ella pudo escribir también algunos de sus artículos. Es triste y obvio concluir que ante las balas, una pluma nada puede. Pero a la vez es hermoso que ese vestigio de civilización haya sobrevivido a tanta barbarie. Es un símbolo. Un consuelo. Pequeño e inútil, pero indemne.

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