Artículo de Xavier Bru de Sala

Dalmases, tocado y hundido

La consecuencia política inmediata del hundimiento de Dalmases es que se refuerza el sector que pretendía mantenerse en el Govern y perdió el pulso

Francesc de Dalmases y Laura Borràs, entrando en el hemiciclo del Parlament, en una imagen de archivo.

Francesc de Dalmases y Laura Borràs, entrando en el hemiciclo del Parlament, en una imagen de archivo. / Albert Bertran

Xavier Bru de Sala

Xavier Bru de Sala

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A diferencia del conocido juego de barcos, en política no suele haber mucha distancia entre “tocado” y “tocado y hundido”. Después de que Magda Oranich, encargada del informe sobre la famosa abucheada, destapara las presiones y aludiera a un patrón de conducta habitual del diputado Francesc de Dalmases, sus defensores deberían haberse sumado al diagnóstico de Jordi Turull, dictado en privado pero hecho público. Estás hundido y dañas al partido, debes de abandonar también el escaño de diputado lo antes posible. Tras las informaciones recogidas en estas páginas, se ha vuelto del todo evidente que, para no arrastrar hacia el fondo a su capitana, Dalmases haría bien en esquivar la reunión de la comisión del Estatuto del Diputado renunciado al acta antes de someterse a las bien merecidas y probablemente ejemplares sanciones. Si no renuncia hoy mismo, ni Junts ni el sector de Junts que le ha apoyado saldrán bien parados.

Es de manual pero va bien recordarlo. Lo primero que debe tener la mano derecha de un político, y Dalmases lo era de Laura Borràs, es mano izquierda. Mano izquierda que opera bajo mano y no mano derecha que reparte mandobles en forma de abucheo o agarrota directamente a los o las más débiles. Como todo el mundo debería saber, hay muchas formas de presionar desde el poder. La menos efectiva, a la par que la más arriesgada, es la ejercida por Dalmases. El precio que debe pagar es el punto final de una efímera y deslucida carrera política.

Y es que en política o eres un veterano como Turull, u Oranich, o un superdotado como Giró, o un gregario infeudado a uno que conoce el paño. Dalmases, que no es ninguna de estas tres cosas, se infeudó a Laura Borràs, que tampoco es ninguna de las tres cosas. La consecuencia política inmediata del hundimiento de Dalmases es que se refuerza el sector que pretendía mantenerse en el Govern y perdió el pulso. Los pragmáticos recuperan terreno, mientras Borràs y los suyos, que en el partido son menos y tienen menos fuerza de lo que pueda parecer, pierden posiciones. El aura de Laura empieza a oscurecerse.

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