Artículo de Carlos Carnicero

Británicos, erráticos y persistentes: por qué el Brexit no tiene marcha atrás

La mayoría de los ciudadanos siente o padece el fracaso del Brexit, pero los dos principales partidos no se plantean la marcha atrás

Rishi Sunak ya es el nuevo primer ministro británico

Rishi Sunak ya es el nuevo primer ministro británico / TOLGA AKMEN / EFE

Carlos Carnicero Urabayen

Carlos Carnicero Urabayen

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

'The New European', un periódico pro-europeo fundado al calor del referéndum de 2016, muestra la siguiente cita repetida varias veces en su última portada: “Haré que el Brexit funcione”. Entre los autores de la frase destacan Theresa May, Jeremy Corbyn, Boris Johnson, Keir Starmer, Liz Truss y Rishi Sunak. En el pie de página, un artículo se pregunta: ¿Cuándo tendrá el Reino Unido un líder con el coraje de decir la verdad?

Los nombres de la portada son los de los primeros ministros conservadores que se han sucedido en el poder desde que David Cameron, otro 'premier' conservador, prendió la mecha del Brexit en 2015, anunciando una inocua consulta que respondía más a la división interna de su partido que a la de un genuino conflicto nacional. Completan la lista los dos lideres laboristas que se han sucedido desde entonces.

El canto en los dos partidos de poder británicos es unísono: la separación está para quedarse y todos dicen tener la receta para que sea un éxito. A la vista del caos que ha situado en Downing Street a cinco primeros ministros en siete años, la duda ante la posibilidad de que el Brexit vaya a llegar a “funcionar” parece obligada.

El último en cerrar la puerta ha sido Starmer, actual líder laborista, cuyo partido tiene un espectacular viento a favor a raíz del caos conservador. Las encuestas otorgan a los laboristas un 53% de los votos frente a un 22% para los conservadores. En una entrevista reciente, Starmer ha sido más claro que nunca: "Queremos ir hacia adelante, no hacia atrás. No se trata de reincorporarse… Hemos salido de la UE”.

La mayoría de los ciudadanos siente o padece el fracaso del Brexit, un tiro en el pie en toda regla. Un estudio reciente de YouGov indica que un 34% cree que el país acertó al irse de la UE y un 54% opina que fue un error. Y, sin embargo, los dos principales partidos no se plantean la marcha atrás

Con la llegada del nuevo primer ministro, Sunak y la salida exprés de Truss, el académico Timothy Garton Ash habla del final del 'brexitismo', pero no del Brexit. Se refiere a la muerte de una idea utópica que hizo creer a muchos políticos y votantes británicos que ellos solos podían dictar un destino glorioso sin importar las alianzas ni los medios reales a su alcance. Fue el 'brexitismo' el que hizo pensar a Truss que podía presentar un plan de recorte de impuestos repetidamente denunciado por el FMI y por los inversores. Como recuerda Ash, la campaña que comenzó con la promesa de “recuperar el control” ha terminado siendo un descontrol total. 

El gran enigma es el nivel de acercamiento que puede llegar a producirse con la UE. Sunak hizo campaña por el Brexit en el referéndum, pero es visto sobre todo como un economista pragmático y realista, comprometido con ayudar a su país a recuperar su dañada credibilidad internacional. En sus primeros días como primer ministro ha dado marcha atrás en sus planes de eliminar de raíz todas las regulaciones aún vigentes en Reino Unido con origen en la UE. El siguiente test tendrá que ver con el famoso protocolo de Irlanda del Norte y la voluntad de llegar a un acuerdo con Bruselas sobre una aplicación razonable. 

El contexto internacional, con el conflicto con Rusia, favorece la unidad de todos los europeos, incluyendo los británicos, pero Sunak también sabe que el mejor resultado electoral para los 'tories' lo logró Johnson con su retórica populista nutrida de ataques a la UE. A los laboristas les va demasiado bien como para arriesgar con una propuesta de retorno, pero es probable que si llegaran al poder propiciarían un acercamiento con Bruselas.

Sería ingenuo pensar que los males que acechan a la economía británica comenzaron con la decisión de separarse de la UE. La deriva de un modelo que ha ido reduciendo su productividad año tras año viene de lejos. Pero la separación ha propiciado la caída de la inmigración, la reducción de las inversiones y el comercio con su principal socio (la UE), empequeñeciendo el tamaño de la economía británica, cuyo crecimiento está a la cola de los miembros del G7. El desafío para los líderes británicos parece pasar por seguir resignadamente la ruta equivocada intentando que el camino sea el mejor posible. 

Suscríbete para seguir leyendo