Opinión | Limón & vinagre

Josep Maria Fonalleras

Christiane Jatahy: una línea tenue entre la realidad y la ficción

Una de las dramaturgas y directoras de mayor trascendencia en el teatro contemporáneo estrena este viernes 'Depois do silêncio' en Temporada Alta

Christiane Jatahy

Christiane Jatahy / CULTURA Christiane Jatahy

Es difícil describir cómo es la obra de Christiane Jatahy, una de las dramaturgas y directoras de mayor trascendencia en el teatro contemporáneo. Y léase 'contemporáneo' como lo definía Giorgio Agamben, "lo que pone en crisis su momento histórico". Nacida en Río de Janeiro hace 54 años, el momento de Jatahy es el Brasil de nuestros días, porque "hablamos del Brasil de hoy, pero, de hecho, siempre hablamos sobre el mundo". Este viernes estrena 'Depois do silêncio' en Temporada Alta, el primer montaje que ha vuelto a realizar en Brasil, y con artistas brasileños, después de siete años. No se puede decir que hayan sido años de exilio continuado, porque "Brasil vive en mí y yo vivo en Brasil" y porque Jatahy nunca ha abandonado el país que "de forma invisible, pero constante" se adentró en el fascismo de Bolsonaro, a quien ella llama "el otro". Pero sí ha sido una especie de reclusión europea, cuya distancia le ha permitido reflexionar sobre el horror y también, en parte, sobre la esperanza.

Las creaciones de Jatahy son una peculiar combinación entre la representación y la realidad, entre el teatro y el cine, entre el documento y la ficción. De hecho, ella misma se define como escritora, con textos "que cobran vida en el teatro", con palabras que evocan sentimientos. A lo largo de su trayectoria, de cineasta y de directora, ha jugado con las imágenes presentes en la escena y ha conseguido que el espectador no reconozca a ciencia cierta si asiste a una función teatral o a la proyección de una película, o ambas cosas a la vez. Y siempre ha optado por una actuación en la que no sabemos si los actores interpretan un papel o son los protagonistas de su propia confesión, o ambas cosas a la vez. "Los personajes son como máscaras transparentes donde podemos ver qué hay detrás de la máscara, que son las personas". Una ficción que está "enganchada al cuerpo de los actores", que juegan a hacer ver lo que son de verdad.

Podría parecer que, con todas estas premisas, el suyo es un teatro de agitación. Sería un error imaginarlo así. Jatahy no está a favor del panfleto o de la crítica furibunda inmediata, pero considera que el teatro "siempre es político, aunque no hablemos de política". Vivir juntos una experiencia en un espacio y un tiempo compartidos ya es una acción política, y no porque promueva la revuelta inmediata, sino porque existe una comunión a la hora de buscar juntos unas respuestas. Esta es probablemente la esencia del teatro de Jatahy, que ha hablado de colonialismo y de lucha de clases, de utopías y desengaños, de opresiones y de claroscuros, y que ha utilizado clásicos como Homero o Chéjov para ilustrar el presente donde los monstruos se desbocan. En una de sus producciones, 'Entre chien et loup', parte de la película 'Dogville' de Lars von Trier y cuenta la historia de una chica que huye del totalitarismo y termina en una comunidad que primero la acoge y después la rechaza, como extraña. En la escena final, Graça, esta chica, se quita la máscara de actriz y se dirige al público: "¿Cómo puede ser que vuelva a crecer el fascismo? ¿Cómo no lo hemos visto venir?". Y la propia directora concluye que crece deprisa, "entre el silencio de cuando se camufla y el estupor de cuando empieza a triunfar". Es la hora esquiva, entre el perro y el lobo, la hora violeta que decía Eliot, cuando la claridad ha menguado y la noche todavía no está presente.

Jatahy, que vivió la represión de la dictadura brasileña en primera persona, se confiesa afectada por esa victoria de Bolsonaro que podría repetirse el domingo. "Me atravesó", ha dicho. Y piensa que si Lula no es presidente, pese a las dificultades, pese a los palos en las ruedas, “es el final del futuro para todos nosotros", porque Bolsonaro "no es solo la extrema derecha; es la destrucción". Con vidas que han perdido el valor y a las que se les arrebata la dignidad, desde los indígenas y los negros hasta las víctimas del covid.

Desde unas cejas prominentes, con el pelo largo y una mirada que es a la vez reflejo de una tristeza intensa y elogio de una fe todavía viva, Jatahy dibuja con sus manos delicadas y enérgicas una línea tenue entre la realidad y la ficción. Este viernes, en 'Depois do silêncio', el horror se hace presente en Temporada Alta, en una historia de represiones antiguas, de telas contemporáneas que se rasgan, de testimonios lacerantes de exterminio. Pero también está la danza y la belleza, y "el orgullo, las ganas de vivir y de seguir adelante".

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