El síndrome de la cuota
Creemos que el 'MeToo' cambió muchas cosas, pero si no tuviéramos unas políticas que nos apoyan y luchan por nuestros derechos muchos hombres seguirían pensando que no es necesario contratar a tantas mujeres.
La semana pasada tuve una curiosa discusión con un amigo escritor, que me hizo reflexionar. Por lo visto y según su punto de vista, los autores, dramaturgos, guionistas y creadores de contenido masculinos lo tienen muy crudo para encontrar trabajo. "Ahora, todo os lo dan a vosotras", me decía todo sofocado. Los productores saben que, si el guion es de una mujer, es más probable que le den una subvención. A la hora de participar en premios, lo más inteligente es poner un seudónimo con nombre de mujer. Y yo que reflexiono y me pongo triste. Me gusta mucho tener un Gobierno que subvencione las películas creadas por mujeres, me alegra que se obligue a los teatros a programar obras de mujeres dramaturgas, aunque la mayoría están muertas, dicho sea de paso. Pero me gustaría más que eso sucediera de forma natural y no fuera una imposición. Nos creemos que el 'MeToo' cambió muchas cosas y que estamos viviendo una gran revolución feminista, pero la verdad es que si no tuviéramos unas políticas que nos apoyan y luchan por nuestros derechos, muchos hombres seguirían pensando que no es necesario contratar a tantas mujeres.
Algunos viven sin ninguna empatía hacia nuestro género. Incluso los que no tienen talento nos culpan a nosotras por no triunfar. Siento que nos merecemos nuestro sitio, sin tener el síndrome de la cuota constantemente. Las mujeres nos exigimos demasiado. Y muchos hombres mediocres, que no se exigen ni la mitad, se ofenden si no les damos su trozo de pastel. Igual, lo que pasa aquí, es que ya no hay pastel para todos. Y por justicia divina vamos a intentar comer, las que llevamos tantos años pasando hambre. Pero no podemos hacerlo todas. Solo lo conseguiremos las que tenemos talento, fuerza, carácter y la piel muy dura. Claro, eso no gusta a muchos. De alguna forma, les obligamos a trabajar más y mejor.Tampoco me siento bien con eso. ¡Quiero mujeres mediocres comiendo pastel! Por cierto, el premio Quim Masó (premio a la producción teatral en Catalunya) lo ha ganado Víctor Borràs. Con una obra dirigida e interpretada por 3 hombres, Y qué curioso. Hace diez años que no lo gana ninguna mujer. Miro a mi amigo y le digo. “No te quejes tanto, que tenéis pastel para rato”.
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