Artículo de Carme Poveda

El empleo resiste: ¿nos estaremos volviendo alemanes?

Se está previendo que las empresas ajustarán su actividad a la menor demanda con una reducción de las horas trabajadas y no con despidos

Una camarera atiende a los clientes de un restaurante.

Una camarera atiende a los clientes de un restaurante. / FERRAN NADEU

Carme Poveda

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Hace unos días, el Banco de España actualizó sus previsiones económicas. Hay un dato que ha pasado desapercibido en los principales titulares y que en mi opinión es muy importante: la tasa de paro. Según el banco, el PIB de la economía española moderará su crecimiento desde el 4,5% en 2022 hasta el 1,4% en 2023, pero la tasa de paro se mantendrá constante, en torno al 12,9 %. ¿Qué tipo de milagro explicaría que en un momento de intenso frenazo del crecimiento económico el mercado laboral prácticamente no se vea afectado?

La respuesta debe buscarse, en primer lugar, en la diferencia entre personas ocupadas y horas trabajadas. Según las previsiones citadas, el número de personas ocupadas no se vería muy afectado por la crisis energética pero, en cambio, las horas trabajadas pasarían de crecer un 4% en 2022 al 0,8% en 2023. Por tanto, se está previendo que las empresas ajustarán su actividad a la menor demanda con una reducción de las horas trabajadas y no con despidos. Esto demuestra, primero, que las empresas prevén que la crisis será corta y quieren estar preparadas para cuando la actividad se recupere, y segundo, que han aprendido que los ertes son una buena práctica en momentos de caída temporal de la actividad. Justo lo contrario de lo que ha sucedido tradicionalmente en nuestro país durante las crisis económicas, cuando rápidamente se producían importantes reducciones en el empleo que afectaban sobre todo a los contratos temporales.

¿Nos estaremos volviendo alemanes? Alemania ya aplicó los ertes durante la crisis financiera de 2008 y eso le permitió superar la crisis con pocos costes sociales. Desde la crisis del covid, la economía española ha empezado a utilizar esta medida, aunque ya estaba regulada en el Estatuto de los Trabajadores, y sin duda ha sido clave para suavizar el impacto de la pandemia en el mercado de trabajo. En el plan de medidas de respuesta a las consecuencias de la guerra en Ucrania, aprobado por el Gobierno del Estado el pasado mes de marzo, se animaba a las empresas con dificultades por el elevado precio de la energía a utilizar el mecanismo de los ertes a la vez que se prohibían los despidos por esta causa a empresas que recibieran cualquier tipo de ayuda pública. Cada vez son más las empresas industriales que están aplicando los ertes. En Catalunya, en septiembre, había 2.457 personas en erte por razones económicas, técnicas, organizativas o de la producción (los llamados ETOP), de las cuales casi mil pertenecían al sector industrial (concentradas en los sectores de la alimentación, automoción, fabricación de productos metálicos y artes gráficas).

Una segunda explicación a la divergencia que se observa entre la evolución del PIB y el empleo tiene que ver con la caída de la productividad. Los sectores que están creando más empleo actualmente, impulsados por el turismo, son los que más acusaron la crisis del covid, sobre todo la restauración, el comercio y el ocio, unos sectores que se caracterizan por tener una baja productividad laboral. En cambio, los sectores industriales que tienen mayor productividad son precisamente los más afectados por la crisis actual de suministros e inflación energética. Así pues, estamos creando empleo en sectores de baja productividad y esto se traduce en un menor crecimiento del PIB. El resultado es una aparente contracción. Mientras que la economía se acerca al estancamiento, todavía hay muchas empresas que no encuentran personal. Las peores condiciones laborales asociadas a algunos trabajos en la restauración o el comercio, como jornadas largas y fines de semana laborables, han hecho que muchas personas decidieran cambiar de sector y mejorar sus condiciones aprovechando la reapertura de la economía tras la pandemia. Según la encuesta de Clima Empresarial del Idescat y la Cambra, el 25% de las empresas catalanas dicen que la falta de mano de obra adecuada limita la marcha de su negocio.

Esta fuerte demanda de personal en algunos sectores de servicios nos conduce a un tercer factor a tener en cuenta, que es el aumento de la población activa. Inmigrantes, jóvenes o personas que estaban "desanimadas" se incorporan al mercado laboral ante la expectativa de encontrar trabajo y esto tiene un efecto contención en la subida de la tasa de paro (porque aumenta el denominador de la ratio).

En definitiva, no parece que la economía española se esté volviendo alemana, pero seguro que el uso de la flexibilidad interna por parte de las empresas a través de las horas trabajadas es una buena noticia para evitar que la caída de la actividad tenga efectos importantes e inmediatos sobre la tasa de paro.