Desperfectos

Líderes sin duración

Es poco aleccionador que la geoestrategia china tenga un sentido de los tiempos más duradero que los países libres

La primera ministra británica, Liz Truss, durante la rueda de prensa que ha ofrecido este viernes.

La primera ministra británica, Liz Truss, durante la rueda de prensa que ha ofrecido este viernes. / DANIEL LEAL / POOL

Valentí Puig

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La breve biografía política de Liz Truss ilustrará tanto la crisis británica pos-Brexit como la generalización de una exigua cosecha de líderes que ni tan siquiera tienen margen de fecha de caducidad, a modo de víctimas de un naufragio que les supera. Transcurrido el adiós a la reina Isabel, Liz Truss se comportó como si no supiera dónde estaba, insegura, sin energía, rodeada de desleales que interpretaron la caída de Boris Johnson como la oportunidad que ofrece el pánico político. Tal vez sea que Liz Truss ya representa una forma de hacer política que es de usar y tirar. 

Al analizar la conducta de los líderes, la ciencia política clasifica pero no intuye: nadie sabe ni cómo ni cuándo habrá nuevos líderes que estén a la altura de las circunstancias. Podemos preferir que sean previsibles o seductores, sólidos o gaseosos, 'teflón' o dignos de una página de Plutarco. Ni la política británica, tan consuetudinaria, podrá dotarse fácilmente de un nuevo líder 'tory' aunque en el pasado los dos viejos partidos supieron interpretar los cambios de época: de una parte, Margaret Thatcher; Tony Blair, de otra. Blair fue tan 'cool' que, después de años de decir siempre “sí”, sostuvo que el arte de liderar es decir “no”. 

Entre los líderes 'teflón' –antiadherentes y con sonrisa sin carácter- hay de todo: en Canadá, Pierre Trudeau perpetúa la dinastía del liberalismo políticamente correcto; Emmanuel Macron preside la República Francesa como el hijo único diplomado en todo; en Finlandia gobierna Sanna Marin y, en España, de la mano de Yolanda Díaz, Pedro Sánchez lidera con el gota a gota del CIS, a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. Eso es estilizarse como 'softpower' pero no para camuflar el 'hardpower' sino para negar que exista. La política 'TikTok' rompe con el pluralismo clásico. 

Con líderes de centroderecha y centroizquierda poco dotados de consistencia es cuando ganan más espacio los extremos. Es el caso de Giorgia Meloni, cuya energía es radical. Tanto Donald Trump como Bolsonaro comparten la política de parque jurásico. Erdogan en Turquía y Modi en la India sincronizan con Putin. En la izquierda iberoamericana líderes indigenistas y de populismo chavista han alcanzado el poder. 

A la espera de una nueva ola de líderes, quien queda con el timón imperial en las manos es Xi Jinping. Aunque el muro de Berlín cayó en 1989 y la desunión soviética tuvo las consecuencias que tuvo, Jinping es ahora el hombre con más poder del mundo, avalado para un tercer mandato por el Congreso del Partido Comunista Chino, con el martillo y la hoz como emblemas adosados a los pináculos tecnológicos de Shanghái. China es un imperio híbrido de capitalismo de Estado, censura en Internet y mercado sin Estado de Derecho, con 1.400 millones de súbditos. Siendo ministra de exteriores, Liz Truss se alineó con los halcones de su partido frente a la China neototalitaria. Es poco aleccionador que la geoestrategia china tenga un sentido de los tiempos más duradero que los países libres. A falta de líderes con personalidad van a irrumpir los robots.