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El Barça, Cruyff y los Mossos con Trapero al fondo

Trapero

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Albert Sáez

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Durante años, el Barça vivió una fractura interna que impidió el buen funcionamiento del club. Johan Cruyff dejó tan buen sabor de boca como jugador y como entrenador que, durante años, Josep Lluís Núñez no quiso tener a ningún entrenador que le debiera nada al astro holandés o que pudiera reivindicar su forma de juego. En esa época, que va desde el Dream Team hasta el nombramiento de Guardiola de entrenador, ya con Laporta de presidente, Núñez siempre acusó a Cruyff de querer ejercer de presidente en la sombra. Pero para hacer ver que no le tenía miedo, lo que hacía era difundir que Cruyff trataba de hacer negocios con el club desde su ascedencia ante la afición. Unas veces le acusaba de influir en el precio de los jugadores para cobrar comisiones, otras de querer vender sus máquinas deportivas al club u otras, directamente, de comprar periodistas. El Barça estuvo partido en dos hasta que Laporta ganó las elecciones y aceptó, incluso presumió, de que Cruyff era el presidente en la sombra

Algo parecido ocurre en los Mossos con el ‘major’ Josep Lluís Trapero. Es un policía con una notoriedad inusual. Su graduación le pone por encima de cualquiera que pueda ser el jefe operativo de la policía catalana. Y, dentro y fuera del cuerpo, todo se organiza por la simpatía o antipatía que se sienta hacia el personaje. Pienso, sinceramente, que a él le pesa este papel que le han asignado tanto sus compañeros como los políticos y los periodistas que intervienen en el asunto. 

Como ocurría en el caso de Cruyff y Núñez, lo que defienden unos y otros es perfectamente defendible. Dice la doctrina de Trapero que sobre los Mossos solo han de mandar mossos. Y dicen sus detractores que la política de seguridad es responsabilidad de los políticos, conseller y director general. Hasta que no se solvente este dilema, iremos teniendo comisarios jefe de corta duración. El conseller haría bien en elegir a alguien por algo más que porque no sea amigo de Trapero. Y los que reclaman el fin de las injerencias políticas deberían recordar que han gobernado y aspiran a gobernar dirigiendo también las políticas de seguridad. Núñez estuvo a punto de cargarse al Barça por elegir a un entrenador, Van Gaal, simplemente por ser un anti-Cruyff y Laporta, ahora, no sabe qué hacer sin Cruyff.  

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