Contrapuntos de Barcelona | Artículo de Joan Tapia

Un chino en Casa Leopoldo

Joan Gaspar falleció hace dos años y la galería ha abierto una exposición homenaje con su colección

El galerista Joan Gaspar junto a una escultura de Picasso en su galería de la calle de Consell de Cent, en el año 2020

El galerista Joan Gaspar junto a una escultura de Picasso en su galería de la calle de Consell de Cent, en el año 2020 / Jordi Cotrina

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En Barcelona hay nuevas y buenas iniciativas. También otras que han superado tiempos duros y siguen prestigiando la ciudad. Pero por desgracia también hay entidades, comercios, cafés… que han sucumbido y le restan atractivo. La vida es cambio y el comercio debe adaptarse a la demanda, pero tengo la sensación de que algunas desapariciones no obedecen solo al mercado sino también a fallos colectivos de la ciudad.

Hay locales emblemáticos que no han desaparecido solo por razones comerciales, sino también por causas más generales. La ciudad no las sabe reciclar

La semana pasada se publicó que la emblemática Casa Leopoldo, del Raval, se había convertido en un restaurante chino. Los restaurantes cambian de manos y nada que objetar a los chinos. Algunos -pocos en Barcelona- son excelentes y en todo caso la clientela manda. Pero Casa Leopoldo era un gran referente de Barcelona. Un buen restaurante de pescado y guisos tradicionales, no barato porque el producto tiene su precio, pero popular y nada lujoso. 

Fundado en 1929, a finales de los 60 el fundador, Leopoldo Gil, todavía recibía detrás de una pequeña barra y su hijo, Germán, luego ayudado por su nieta Rosa, llevaba la casa. Era tan eficiente como encantador y aún añoro sus comentarios y las magníficas planchas de chipirones que traía. Pero, gastronomía aparte, Casa Leopoldo era casi una institución que traspasaba todas las fronteras. Recuerdo haber encontrado a Manolo Vázquez Montalbán y a Eduardo Bueno, constructor y candidato del PP en unas elecciones catalanas. A Leopoldo Rodés, Duran Lleida, Antoni Balmón, Francesc Sanuy… y a bastantes periodistas. E incluso a una pareja desconocida que nunca comía con vino -ni agua- sino con Johnnie Walker, etiqueta roja.

Tras la muerte de Germán, su hija Rosa siguió con el restaurante. En el altillo había tertulias semanales o mensuales y al mediodía y entre semana un buen menú de precio ajustado. Pero cuando Rosa decidió jubilarse, todo se tambaleó. En 2018 los restauradores Òscar Manresa y Romain Fornell lo volvieron a abrir, pero la pandemia fue la estocada final. ¿Por qué en París el gran cocinero (y empresario) Alain Ducasse mantiene vivos bistrós de siempre como Benoit o Chez Allard, pese a que los propietarios que los crearon se retiraron, y aquí el Leopoldo es hoy un chino? ¿Por qué nadie del potente sector hotelero lo ha vuelto a intentar? 

Sí, Benoit o Allard eran, digamos, más de postín, pero creo que la creciente imagen de falta de seguridad es lo decisivo. ¿Puede ser que, pese a las muchas y muy costosas mejoras urbanísticas, el Raval de hoy sea más inseguro que el antiguo “barrio chino”? Preocupante.

En Casa Leopolo coincidí a veces con el galerista Joan Gaspar Farreras, fallecido de un ataque al corazón en plena pandemia. Su viuda, Nuria Ridameya, sigue al frente de la galería y -recuperada ya la normalidad- ha montado una exposición homenaje con cuadros de su colección -e incluso de sus sombreros- que se inauguró el fin de semana con asistencia de muchos galeristas y amigos como el ministro Miquel Iceta, Lluís Bassat, Amadeu Cuito, Josep Maria Bricall, Vicky Combalía, Pere Barri, Vicente Molina, Àngels Torras, Helene Carabén, Xavier de Antonio, Joan Ricomá, Manuel Quintana, Benito Padilla, Patricia de Muga…  

Los Gaspar son parte de la historia cultural de la ciudad. La Sala Gaspar fue fundada en 1909 en Consell de Cent como una tienda de marcos y grabados y luego fue dedicándose más al arte cuando cogieron las riendas Miquel Gaspar Peronella y Joan Gaspar Peronella, hijo y sobrino del fundador. La Gaspar fue la que después de la guerra organizó la primera exposición de Picasso en Barcelona. Y en 1988 fue galardonada con la Creu de Sant Jordi por la Generalitat de Catalunya. Pero no todo fue fácil. Mediados los 40, disponer de un pasaporte era casi imposible y para ir a París y conectar con el mundo artístico europeo el matrimonio Joan Gaspar-Elvira Farreras se apuntaba a peregrinaciones a Lourdes. Luego bajaban del autobús en Perpinyà y al cabo de unos pocos días cogían otro de retorno.

La Sala Gaspar sufrió una escisión en 1991 cuando la sintonía entre los descendientes fue peor que imposible. Joan Gaspar Farreras, hijo de Joan, montó su propia galería, la Sala Joan Gaspar, en Letamendi y, por el contrato de la ruptura familiar, no pudo volver a Consell de Cent -a un local próximo- hasta años después. La Sala Joan Gaspar ya la montó con su esposa, Nuria Ridameya, y recuerdo las exposiciones sobre Miró en blanco y negro, Mitoraj, Alfaro, Clavé, y la muy importante ‘Suite Vollard’ de Picasso… Y fue pionera en la salida a exposiciones internacionales en países como India, Perú o Turquía.

Hace poco Joan Gaspar fue galardonado a título póstumo como Galerista de Honor por el Gremio de Galeristas de Catalunya y estos días la galería recuerda a su fundador con una gran exposición de su colección. Lástima que el gran caos de las obras de Consell de Cent dificulte el acceso. A veces es muy complejo saber lo que es mejorar la ciudad.

Suscríbete para seguir leyendo