Nómadas y viajantes

Un mes de protestas en Irán: Intereses por encima de derechos

A la hora de plantar cara a los gobiernos priman los intereses económicos, sobre todo petroleros y gasísticos, y las estrategias políticas

Protestas contra el Gobierno de Irán por la muerte de la joven Mahsa Amini frente a las puertas de la Embajada iraní en Estambul, Turquía.

Protestas contra el Gobierno de Irán por la muerte de la joven Mahsa Amini frente a las puertas de la Embajada iraní en Estambul, Turquía. / Onur Dogman/SOPA Images via ZUMA / DPA

Ramón Lobo

Ramón Lobo

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Es bueno que decenas de cantantes y actrices famosas con influencia social se corten un mechón en solidaridad con las mujeres de Irán, pero no deja de ser un postureo si no consiguen que sus gobiernos adopten acciones concretas contra el régimen dictatorial de los ayatolás

Priman los intereses económicos, sobre todo petroleros y gasísticos, y las estrategias políticas, que en el caso de Irán se centran en evitar que desarrolle la bomba nuclear. La UE ha sido menos categórica que el EEUU de Donald Trump en la adopción de sanciones económicas y comerciales. Ha tratado de servir de puente con el objetivo de evitar una carrera atómica en una región rica en armas y odios. ¿Carece la UE de una voz propia para exigir el respeto del régimen a sus mujeres? ¿Por qué no hay manifestaciones de apoyo en Europa? ¿Por qué no las hay en España?

Políticos, periodistas, artistas y ciudadanos saltamos de foco en foco informativo sin resolver los problemas. Hace 14 meses hablábamos de las mujeres de Afganistán, cuya situación es hoy mucho peor que en Irán. Las abandonamos tras 20 años de ocupación buenista bajo la promesa de cambiar sus vidas. Las jóvenes de la capital y de ciudades como Mazar-i-Sharif se quitaron el burka. Nos creímos que esa foto era una victoria permanente.

Las mujeres saudís

Tras expulsar a los talibanes en diciembre de 2001 y declarar liberado el país y entregar el poder a una banda de amigos corruptos, EEUU invadió Irak con la mentira de la existencia de armas de destrucción masiva. Echamos al dictador y dejamos un país roto en el que creció la simiente del yihadismo del Estado Islámico que invisibilizó debajo de la cárcel del nicab a millones de mujeres en Irak y Siria. Fue una catástrofe humanitaria.

Las mujeres de Arabia Saudí, unos de los países a los que España vende armas, no pueden elegir con quién casarse ni divorciarse sin permiso del tutor, ni en los casos de malos tratos; tampoco pueden salir a la calle sin la reglamentaria abaya.

El presidente de EEUU, Joe Biden, chocó en julio su puño con el príncipe heredero Mohamed Bin Salman, sospechoso de haber ordenado el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi, según dictaminó la CIA. Se envainó sus escrúpulos en defensa de los intereses de EEUU.

Estaba en juego el coste del petróleo en un momento de crisis causada por la invasión rusa de Ucrania. Tanta tragadera para toparse tres meses después con que Arabia Saudí recorta su producción petrolera para subir los precios. Es una decisión que beneficia a Vladimir Putin.

Es lo que sucede cuando se sitúa el negocio por encima de los valores. El senador Bernie Sanders, varias veces aspirante a la nominación demócrata para ser presidente de EEUU, pidió retirar las tropas estadounidenses de Arabia Saudí, al que calificó de “uno de los peores violadores de los derechos humanos”. Esas tropas están en la región porque la Casa Blanca juega fuerte en una partida regional en contra de Irán, que también se ha acercado a Rusia.

Alianzas mundiales

Pase lo que pase, cambien o no las alianzas, o todo sea un gran paripé, hay dos hechos que no se modifican: protegemos dictaduras movidos por nuestros intereses y nos da igual lo que les pase a sus súbditos, sean mujeres, hombres o niños.

A ese Arabia Saudí monstruoso le acaban de conceder la sede de los Juegos Asiáticos de Invierno del 2029. Sumen la organización de carreras de fórmula 1 y de motos, y la Supercopa de España.

El Mundial de fútbol se va a celebrar entre el 20 noviembre y el 18 de diciembre en Qatar, otra dictadura con dinero a espuertas para comprar voluntades, organismos y equipos de fútbol. Es un mal sitio para ser mujer o homosexual, u obrero indio, paquistaní, nepalí o bangladesí que han trabajado en condiciones de esclavitud en la construcción de los estadios. Han muerto en accidentes desde 2010 más de 6.500 migrantes, según el diario The Guardian. Es un mundial manchado de sangre.

Los capitanes de ocho selecciones europeas llevarán brazaletes con la bandera del arco iris, símbolo de la comunidad LGTBI, pero no la española. La FIFA ha sido hasta ahora implacable contra cualquier demostración política. ¿Qué hará ahora? ¿Acaso defender los derechos humanos es política?

Los brazaletes y los cortes de mechones no dejan de ser gestos que no van a modificar la realidad de los trabajadores-esclavos, ni la de las familias de los muertos, ni la de las mujeres de Irán, pero al menos sirven para visualizar la responsabilidad delictiva de algunos gobiernos occidentales que se llenan la boca con la palabra libertad.

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