En clave europea

La Europa de la Defensa sigue cojeando

Pese a los numerosos planes, estructuras e instrumentos creados en los últimos años para desarrollar una autonomía estratégica europea y una verdadera Europa de la Defensa, ésta última sigue adoleciendo de graves deficiencias

Pese a los numerosos planes, estructuras e instrumentos creados en los últimos años para desarrollar una autonomía estratégica europea y una verdadera Europa de la Defensa, ésta última sigue adoleciendo de graves deficiencias

Soldados ucranianos disparan obuses desde el frente en Kupyansk, en el área de Járkov, en Ucrania

Soldados ucranianos disparan obuses desde el frente en Kupyansk, en el área de Járkov, en Ucrania / SERGEY KOZLOV / EFE

Eliseo Oliveras

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Tras la invasión rusa de Ucrania, los países de la Unión Europea (UE) han incrementado sustancialmente sus presupuestos militares nacionales: Alemania destinará 100.000 millones de euros a modernizar su ejército, España aumentará el 25,8% del gasto militar en 2023 y Polonia lo duplicará. Pero ese mayor gasto militar no implica automáticamente una mejora cualitativa de la capacidad efectiva de la defensa europea.

Pese a los numerosos planes, estructuras e instrumentos creados en los últimos años para desarrollar una autonomía estratégica europea y una verdadera Europa de la Defensa, ésta última sigue adoleciendo de graves deficiencias: una cooperación muy limitada entre los estados de la UE, unas carencias de equipamiento militar clave, un grave retraso en tecnologías punta y una industria militar debilitada por la preferencia de numerosos gobiernos por comprar su equipo militar importante fuera de la UE. Los Veintisiete ya dedicaron a defensa en 2021 una cantidad cuatro veces superior a la de Rusia (255.400 millones de dólares frente a 65.900 millones) y cuentan globalmente con un 46% más de personal militar activo que Rusia (1,31 millones frente a 900.000), según el International Institute for Strategic Studies (IISS). Pero la UE sigue dependiendo totalmente para su defensa de la OTAN y de Estados Unidos.

El informe de la Comisión Europea sobre los déficits militares de la UE resaltó en mayo que una de sus graves carencias radicaba en los sistemas de defensa aérea y antimisiles, una debilidad que se ha hecho más patente con el uso intenso ruso de los bombardeos con misiles en Ucrania. Pero éste es un ejemplo de cómo los dispares intereses de los Veintisiete obstaculizan en la práctica el desarrollo efectivo y harmonizado de una política de defensa común.

Escudo europeo

Alemania impulsa construir un escudo europeo antimisiles (European Sky Shield) para potenciar su propia industria militar y la producción de sus interceptores Iris-T y complementarlo con la compra de Arrows-3 israelíes y Patriot norteamericanos. La iniciativa de Berlín se superpone y choca con los encargos previos de la propia UE a un consorcio liderado por la francesa MBDA en noviembre de 2019 para desarrollar interceptores de misiles a nivel atmosférico (proyecto TWISTER) y a un consorcio liderado por la española SENER en julio de 2022 para el desarrollo de interceptores de misiles hipersónicos (proyecto HYDEF). El proyecto alemán complementaría el escudo ya existente de la OTAN para misiles balísticos de muy largo alcance. Alemania ha logrado la adhesión de otros 12 países de la UE y de dos miembros de la OTAN extracomunitarios (Noruega y Reino Unido). Pero ni España, ni Francia, ni Italia, se han sumado; ni siquiera Polonia que comparte frontera con el enclave ruso de Kaliningrado y que prefiere desarrollar su propio sistema.

El envío de armamento a Ucrania está vaciando los arsenales europeos, lo que se suma al déficit de inversión en equipo militar de 160.000 millones acumulado durante la década de la política de austeridad, según calcula la Comisión Europea. Aquí de nuevo, las prioridades nacionales y la dependencia de Estados Unidos obstaculizan un desarrollo coordinado de una industria militar a nivel europeo. Las compras conjuntas sólo representan el 11% de las adquisiciones totales de armamento de la UE y los Veintisiete obtienen el 60% de sus suministros militares fuera de la UE. Polonia es un claro ejemplo reciente: en julio firmó un contrato con Corea del Sur por 14.500 millones para el suministro de tanques, artillería y aviones para reforzar su ejército y sustituir el material militar enviado a Ucrania.

Retraso tecnológico

El retraso tecnológico acumulado por la UE durante la década de austeridad también tiene sus consecuencias en defensa. La mayoría de los microchips que requiere el armamento moderno producido en Europa proceden de Taiwán y Corea del Sur y los fondos reales movilizados por la UE para recuperar su retraso en microchips son insuficientes y muy inferiores a los de EEUU y Corea del Sur. La guerra en Ucrania también ha demostrado la importancia de los drones armados. Mientras países como Turquía e Irán son capaces de producirlos en serie, el primer prototipo de eurodron no estará disponible hasta 2024. Incluso el Fondo Europeo para la Paz, que financia el envío de armas a Ucrania, genera tensiones entre los Veintisiete, ya que el porcentaje del reembolso por el coste de las armas enviadas a Kiev ha caído del 85% al 46%, pese a que se ha incrementado hasta 2.500 millones

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