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Otra noche mágica del Barça, o no

Laporta entrega una camiseta a Xavi.

Laporta entrega una camiseta a Xavi. / Jordi Cotrina

Albert Sáez

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El Barça vuelve a necesitar de noches mágicas para seguir vivo en la Champions. Los expertos ponen a Lewandowski en el punto de mira. Los que antes del parón de las selecciones lo designaron como el revulsivo definitivo. Los 'haters' están esperando una eliminación sonada para lanzarse a la yugular de Laporta. La grada está en una noria emocional desde que se fue o desde que marcharon a Messi. No tiene nada a lo que agarrarse. El presidente sabe decirles lo que quieren oír. Y, por ahora, le creen. Xavi habla su lenguaje y, cuando no le entienden, le recuerdan aún en el campo de juego. Hay días que corre la banda como a punto de salir a jugar. Los cromos de esta temporada, uno a uno, encandilan a los aficionados, pero cuando se les pone delante un equipo, demuestran que no lo son. Aún. Los más creyentes, piensan que pueden serlo, pero si pierden esta noche no les darán la oportunidad de demostrarlo.

Muchos millones y muchas palancas después, la realidad es la que dijo Messi: “no nos alcanza”. Pues eso. Y no alcanza por el despilfarro en fichajes tras la marcha de Neymar. Y no alcanza por los desmanes salariales de Bartomeu. Y no alcanza por los efectos de la pandemia. Y no alcanza por la falta de relevos desde la cantera. Y no alcanza porque los apuros económicos han hecho que Laporta active palancas en lugar de esperar a que el equipo madure como hizo en su primera etapa gloriosa. Cuando tantas cosas no alcanzan, lo lógico es plantearse si el problema no es estructural. Y algunos elementos estructurales tiene.

Un club de socios lo tiene cada vez más difícil para competir en la élite del deporte mundial. Su capacidad financiera se reduce a su capacidad de endeudamiento, no hay capitalización posible. De manera que, para salir del agujero de no tener un plato en la mesa, la única solución es hipotecar la casa. Si la cosa sale bien, Laporta será un héroe. Si la cosa sale mal, será el villano que habrá puesto el club a los pies de convertirse en una sociedad anónima. Aunque si sale mal, hay que dejar claro que será el último responsable de la situación, no el único ni el más importante. Ser del Barça vuelve a ser lo de siempre, un sufrimiento no apto para cardiacos. Los nietos pueden aprender de los abuelos para sobrevivir. Pero será una noche mágica. 

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