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El empresario que quiere más impuestos

El Gobierno debe escuchar las llamadas a favor de alzas de tributos temporales en vez de gravar el patrimonio

Carlos Bertomeu, en la sede de IRYO en Madrid

Carlos Bertomeu, en la sede de IRYO en Madrid / DAVID CASTRO

Gemma Martínez

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Él está cerca de cumplir los 60 años y reconoce que la vida le ha ido bien, a pesar de las crisis económicas que ha tenido que sortear a lo largo de su carrera y en las que estuvo a punto de perderlo todo. Es Carlos Bertomeu, presidente de la aerolínea Air Nostrum y de Ilsa, el tercer operador del AVE en España (iryo).

La última crisis, la que empezó con la pandemia y que se cronificó con la guerra de Ucrania, casi se le atraganta y le ha obligado a pedir un rescate al Estado, a través de la SEPI. Después de una tramitación agónica e incomprensiblemente larga, de quince meses de duración, ya tiene el salvavidas que ha evitado la disolución de la empresa que fundó con la familia Serratosa y de la que ahora es el máximo accionista. El Bertomeu más endeudado puede así, además, seguir adelante con un negocio complementario, la alta velocidad, en el que entró para redoblar su apuesta por la movilidad.

El empresario ha explicado a este diario que confía en que la economía española no sufra una recesión demasiado profunda y larga que vuelva a hacer que su compañía tiemble hasta los huesos. En este contexto, la subida fiscal a los ricos que prepara el Gobierno no le escandaliza del todo. Se declara defensor de la progresión en el impuesto sobre la renta y no vería con malos ojos que, en un momento de apuro y de necesidad de elevar la recaudación, se establecieran dos tramos más del IRPF de forma transitoria. Así se daría lo que él llama una redistribución de la riqueza de verdad.

Todo menos gravar bienes que se han comprado con dinero ya tributado o pagar un gravamen con independencia de si se ha producido dinero o no en el año, como sucede con el impuesto de patrimonio. No puedo estar más de acuerdo.

El Gobierno se equivoca al ignorar las llamadas a la supresión de un tributo que es una doble, triple o cuádruple imposición; que penaliza el ahorro y que perjudica a las clases medias (las más altas lo esquivan con sociedades fantasma). Además, el Ejecutivo debe escuchar a los empresarios que, comprometidos con que la salida a la crisis no deje a nadie atrás, proponen otras fórmulas impositivas temporales para aliviar a los más vulnerables.

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