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Gobierno, sí. ¿Presupuestos, también?

Aragonès ha relevado con rapidez a los 'consellers', pero tiene pendientes las cuentas de 2023

Leonard Beard

Leonard Beard / Leonard Beard

Joan Tapia

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Pere Aragonès ha resuelto con soltura la primera parte de la grave crisis originada por la decisión de JxCat, aprobada en referéndum por su militancia, de salir del gobierno con ERC, acusada de incumplir los pactos de investidura. Aragonès ha recurrido, antes que nada, a gente de probada experiencia en ERC como Natàlia Mas -economista solvente y fogueada- para Economia y el médico Manel Balcells, que ya fue 'conseller' del tripartito y dejó buen recuerdo.  

También se entiende que Meritxell Serret, antigua 'consellera' de Agricultura, asuma Exteriors. La clave es que Serret se exilió tras el referéndum y, aunque luego regresó a Catalunya, sigue imputada en el Supremo y en libertad provisional. Serret encarna a la vez la insumisión de la ERC del 2017 y la apuesta por la 'desjudicialización'. No convenía -ni ante la militancia ni ante Madrid- que no volviera al Govern. El nombramiento de Juli Fernández, breve alcalde de Sabadell y contrario al Cuarto Cinturon, la autopista del Vallès, para una 'conselleria' económicamente tan relevante como Territori debe obedecer a otras claves.

Aragonès también incorpora al Govern, en un gesto que puede buscar complicidades políticas o querer capturar 'aves exóticas' para tener un catálogo más atractivo, a Joaquim Nadal, alcalde de Girona durante muchos años y antiguo candidato del PSC a la Generalitat (cuando Pasqual Maragall no se decidió). Nadal lo fue todo en el PSC, pero no resistió el 'sex-appeal' del 'procés'. Carles Campuzano es un sólido e inteligente político de la antigua CDC y, aunque partidario del referéndum, siempre fue reticente a la deriva del 'procés' y más a Puigdemont. La incorporación de la inquieta Gemma Ubasart es otro gesto, aunque colocar en Justícia a una de las fundadoras catalanas de Podemos no sé como será visto en la judicatura.

¿Estos fichajes indican voluntad de apertura o son márketing de un partido que busca ampliar su electorado? Quizás las dos cosas a la vez, pero Aragonès ha sabido superar las fronteras partidarias.

Pero los presupuestos -más allá de palabras y discursos- indican la política real de un gobierno. Y si Aragonès optara por prorrogarlos -el domingo Junqueras insinuó la posibilidad- estaría también un poco renunciando a gobernar. Más en este año de temor ante la crisis y en el que Catalunya podría disponer de 3.000 millones más. Cierto, hay gasto que se puede recuperar con aprobaciones parlamentarias, pero no en inversiones. ¿Será Natàlia Mas una competente 'consellera' sin presupuestos?

Por otra parte, ¿es consciente ERC de que ha perdido no una mayoría de 74 escaños como dice Laura Borràs (la CUP ya no estaba), pero sí una minoría importante de 65 (la mayoría absoluta son 68) y de que se ha quedado en 33? Pensar que JxCat -que exige una moción de confianza o elecciones- los votará es como jugar a la lotería sabiendo que no te tocará. Para los presupuestos -no para un matrimonio canónico- ERC necesitará a los Comuns y al PSC. Y si los prorroga sin negociación previa estará desdiciéndose de querer un gobierno que gobierne. ¿Por qué entonces se molestó tanto con JxCat?

Claro, será duro porque los manifestantes de la ANC -no solo ellos- acusarán a ERC de todos los pecados, pero tras la ruptura del pacto independentista gobernar no puede limitarse a fichar tres aves exóticas y prorrogar los presupuestos, sino saber que vas a necesitar a grupos parlamentarios que no siempre serán independentistas. ¿Puede ser que ni JxCat ni ERC supieran del todo lo que hacían al romper y que el estómago se impusiera al cálculo político?

Empieza el Gobierno Aragonès 2 (Maertens, un democristiano belga, llegó a formar cinco gobiernos) y es temerario hacer balance. Mucho dependerá de si logra una mayoría para los presupuestos de 2023 y seguir gobernando. Y de si tras las próximas elecciones, anticipadas o no y sean cuando sean, estará en condiciones de formar un Aragonès 3.

Ahora es posible un pacto con Salvador Illa para los presupuestos del 2023, aunque es muy difícil que ERC y el PSC puedan ser aliados duraderos. No solo porque están en campos contrarios en algo tan relevante como la relación Catalunya-España, sino porque ambos quieren ser el primer partido catalán. Y están empatados.

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