Artículo de Joaquim Coll

La resiliencia de Occidente

La guerra, con su enorme impacto en las economías europeas, en lugar de resquebrajar a la UE, la ha cohesionado y la ha hecho adoptar medidas inimaginables hasta hace poco

Leonard Beard

Leonard Beard / Leonard Beard

Joaquim Coll

Joaquim Coll

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La segunda década del siglo XXI nos está dejando acontecimientos realmente impensables o improbables poco antes de que sucedieran. Pero es que, además, tanto la pandemia como la guerra de Ucrania están teniendo desarrollos que han puesto en entredicho la idea inicial sobre el declive de Occidente en la geopolítica mundial. Es importante hacer memoria de lo que fue el estallido del covid y recordar que en 2020 muchos analistas afirmaban que China iba a ser la gran beneficiada de la pandemia, pues no solo estaba logrando contener la expansión del virus en su territorio, sino que era capaz de ayudar a muchos países del mundo, particularmente a los occidentales, que pagaban mucho mejor, suministrándoles mascarillas, guantes, gafas, respiradores, etc. 

Aunque China no supo contener el foco inicial de la epidemia en Wuhan, e intentó esconderlo a ojos de la OMS y la opinión pública, al cabo de poco sorprendió imponiendo fuertes controles y estrictas cuarentenas sobre centenares de millones de personas, con técnicas parecidas a la lucha antiterrorista. La epidemia golpeó mucho tanto a Europa como a Estados Unidos, país donde la catástrofe sanitaria fue especialmente grave debido al deficiente sistema público; mientras, en China, la proporción de gente infectada, según fuentes oficiales, es ridícula en comparación con sus 1.200 millones de habitantes y el número total de fallecidos hasta la fecha no supera los 5.300 (en contraste con el millón de estadounidenses y los más de dos millones de europeos fallecidos). Evidentemente, las cifras chinas son poco creíbles, pues la opacidad informativa es una de las características del régimen de Pekín. Pero lo cierto es que, una vez China se encerró y logró erradicar el virus dentro de sus fronteras, fue la única gran potencia que sorteó la recesión en 2020.

El parón económico en Occidente fue mucho peor, sobre todo hasta mediados de 2021, pero con el tiempo la estrategia de convivir con el virus, con una población que se ha ido inmunizando tanto de forma natural como gracias a las vacunas, se ha demostrado más efectiva que la política 'covid cero', que el poder comunista de Xi Jinping ha convertido en una seña de identidad. En 2022, importantes ciudades chinas han sufrido confinamientos, lo que ha perjudicado su economía con un PIB que el Banco Mundial sitúa este año solo en el 2,8%, en la cola del crecimiento de Asia por primera vez en 30 años. Sorprende que China no haya logrado crear una vacuna tan efectiva como las occidentales, particularmente las que han innovado con ARN mensajero. Y también la obstinación en encerrar a su población a la que reaparece el virus, lo que genera muchos interrogantes, tanto políticos como sobre la gestión sanitaria en general.

Así pues, China no ha sido la gran beneficiada de la pandemia, mientras Occidente, pese a sus enormes fallos al inicio, ha demostrado una superioridad tecnológica con las vacunas fuera de toda duda. El mismo día que John Biden anunciaba el fin de la pandemia en EEUU, el pasado 19 de septiembre, en China persistían los confinamientos totales o parciales sobre decenas de millones de personas. Junto a la pandemia, la guerra de Ucrania también es motivo de reflexión. Lo que parecía al inicio una derrota inevitable de Kiev se ha convertido en una victoria cada vez más probable, gracias a la ayuda occidental, sobre todo de EEUU, con una tecnología que Rusia no tiene. La guerra, con su enorme impacto en las economías europeas, en lugar de resquebrajar a la UE, la ha cohesionado y la ha hecho adoptar medidas inimaginables hasta hace poco, sobre todo en materia energética. La dependencia del gas ruso se ha reducido al 8%. La guerra de Vladímir Putin, cuyo objetivo es rehacer el dominio imperial, ha fortalecido a la OTAN, que se ha ampliado con Finlandia y Suecia. Ahora mismo, la pregunta ya no es quién ganará la guerra, sino cuándo un golpe palaciego desplazará del poder a Putin. Y entre tanto, China, que también apostó por una victoria de Rusia como forma de debilitar a Europa y fortalecer un orden mundial multipolar, se da cuenta que lo de reintegrar a Taiwán puede esperar hasta el 2049. La sorpresa sin duda es la resiliencia de Occidente. 

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