UN SOFÁ EN EL CÉSPED
Josep Maria Fonalleras
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De los viejos fantasmas en el castillo

Xavi da instrucciones a sus jugadores durante el Barça-Celta del Camp Nou.

Xavi da instrucciones a sus jugadores durante el Barça-Celta del Camp Nou. / Jordi Cotrina

Llega demasiado pronto un examen final, el primero. Este miércoles, aun con el equipo a medio construir, con la defensa desballestada y con una cierta sensación de melancolía en el ambiente, se trata ni más ni menos de jugársela contra el Inter, que no es nada del otro mundo y apenas es nada en éste, pero que decidió complicarnos las cosas con la ayuda inestimable de dos árbitros (el del césped y el del VAR) que compusieron la sinfonía de los despropósitos a cuenta de esas manos que, como por arte de magia, a veces lo son y otras no.

Fue un escándalo en toda regla, y es natural que Xavi se cabreara, pero lo cierto es que el Barça (en Mallorca y en Milán) pareció como si visitara el castillo de los viejos fantasmas, en una especie de ataque ciclotímico que, de pronto, ha desdibujado la ilusión de una temporada que tenía que ser la de la recuperación de los buenos hábitos y puede convertirse, demasiado pronto, en una repetición cansina y desesperante de las pesadillas de los últimos años. 

Es cierto. Las famosas palancas han servido no solo para estabilizar los ejercicios pasados y para apuntalar el actual, sino para “hacer milagros”, como declaró Eduard Romeu en la rueda de prensa de presentar las cuentas. Unos milagros que, por cierto, podrían incluso llegar a la multiplicación de los panes y los peces para que Messi – “un activo del Barça – volviera como un hijo pródigo la temporada que viene.

Sería curioso analizar el concepto “activos”, según se mire desde la perspectiva económica o desde la simbólica. Que se sepa, Lionel no es técnicamente una activo del club y, si llegara a serlo (algo que, a estas alturas se me antoja casi una utopía de ciencia ficción) solo sería a través de la venda de otros activos más concretos, como los del Barça Licensing & Merchandising (BLM). 

Una vez activadas las palancas, una vez reactivado el fútbol y con un aumento significativo en la asistencia al Camp Nou, resulta que el equipo se ha apalancado. 

Ha faltado algo, esa especie de “joie de vivre” de las primeras jornadas. Ya se notó en el soporífero encuentro de Mallorca y después en la “ida” de la (casi) eliminatoria contra el Inter. Y, en pleno Festival de Sitges, el terror de una eliminación prematura planea sobre la afición. Después de haber sufrido lo sufrido este domingo, se confirman los malos augurios. No merecía el Barça ganar ante un Celta ordenado y con las brujas gallegas en contra. Los más pesimistas creen que el miércoles tendremos que afrontar una “noche de los muertos vivientes” o una de esas espantosas premoniciones fantasmagóricas en las que todas las maldiciones se ciernen sobre el césped. Los más optimistas son conscientes que el Inter es poco más o menos como el Celta, es decir, una escuadra accesible contra la que no tiene por qué haber problemas. Los más optimistas confían en Ter Stegen y en alguna pelota que le baje a Lewandoswki, pero lo cierto es que el Celta no es peor que el Inter y eso da pavor. En la cercana lejanía, el Clásico, pero eso ya llegará y tampoco es tan importante.  

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