La campaña militar (68) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

Putin bordea el abismo

Rusia no tiene ahora ninguna posibilidad de volver a recuperar la iniciativa en el campo de batalla, y ya es imposible descartar la opción nuclear

Un bombero camina entre los escombros de una estación de tren en Járkov, parcialmente destruida por el ataque de un misil, en un ataque durante la guerra en Ucrania

Un bombero camina entre los escombros de una estación de tren en Járkov, parcialmente destruida por el ataque de un misil, en un ataque durante la guerra en Ucrania / YASUYOSHI CHIBA / AFP

Jesús A. Núñez Villaverde

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Hace apenas unos meses, cualquier amenaza procedente de Moscú era tomada muy en serio, considerando que procedía de la mayor potencia nuclear del planeta y de las segundas fuerzas armadas, solo por detrás de las estadounidenses. Hoy, siete meses después de ir dejando al descubierto la desnudez de esa maquinaria militar en territorio ucraniano, la credibilidad de Putin cuando pretende imponer su dictado por la fuerza está por los suelos. Los reveses que están sufriendo sus tropas son de tal magnitud, tanto en Jersón como en el frente oriental, que permiten concluir que Rusia no tiene ahora ninguna posibilidad de volver a recuperar la iniciativa en el campo de batalla. De ahí se derivan dos posibles vías de actuación: resistir la embestida a toda costa, con la esperanza de que el mal tiempo juegue a su favor ralentizando los ataques ucranianos hasta la próxima primavera, y/o traspasar el umbral nuclear.

La primera vía no depende evidentemente de la voluntad de Putin, pero es bastante previsible que la llegada de las lluvias y la nieve obligue, junto a la necesidad de tomar aliento para unas unidades ucranianas al borde de la extenuación, a frenar los avances. Por nefasta que esté resultando la movilización decretada por el Kremlin, Putin cuenta con que bastará con amontonar el suficiente número de efectivos en primera línea para ralentizar aún más el avance enemigo por un tiempo y mantener la ficción de que controla las regiones de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk (aunque realmente no domina por completo ninguna de ellas).

En cuanto a la segunda, sin ser la opción más probable, ya es imposible descartarla. Putin puede calcular que ninguno de los países occidentales que apoyan a Kiev, empezando por Estados Unidos, tiene la voluntad de responder al lanzamiento de un arma nuclear táctica (ANT) sobre suelo ucraniano, corriendo el riesgo de entrar en una escalada suicida que ponga en juego la seguridad estadounidense por un país que ni es un aliado de la OTAN ni supone un interés vital para Washington. Moscú cuenta con unas 1.830 ANT (Armas Nucleares Tácticas) –que, con una potencia destructiva entre uno y algo más de un centenar de kilotones, pueden ser disparadas desde plataformas terrestres, navales o aéreas–, mientras que Washington apenas cuenta con 230. Si la primera vía mencionada no le permite un respiro a corto plazo, la segunda podría materializarse en una amplia gama que va desde la realización de una nueva prueba nuclear en el mar Negro –procurando mostrar capacidad resolutiva, pero sin provocar directamente víctimas mortales– hasta el lanzamiento de una ANT contra alguna ciudad ucraniana –confiando en que eso suponga la inacción occidental, más allá de condenas y nuevas sanciones, y la rendición de Zelenski y los suyos–.

Dado que ese sería un ámbito de confrontación sin precedentes, por mucha que sea la literatura técnica sobre estrategia nuclear, es imposible determinar cuál sería el curso a seguir. Hay quienes, como el general David Petraeus, creen que basta con amenazar a Moscú con una respuesta convencional abrumadora, que destruiría las flotas rusas del mar Negro y del Báltico, para disuadir a Putin del uso de esas armas. Pero nada asegura que esa respuesta fuera a frenar una posible represalia rusa posterior, ya con armas estratégicas, por mucho que sea creencia común que nadie quiere provocar un suicidio colectivo. ¿Hasta dónde puede llegar un líder desesperado que no contempla salir de Ucrania con las manos vacías, reconociendo sus errores y su fracaso?

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