Apunte
El Barça en su laberinto
En solo tres partidos el Barça se ha situado en un callejón sin salida, y lo peor es que es el propio equipo quien se ha construido su lío
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
En Inglaterra vive un señor, llamado Adrian Fisher, que tiene uno de los oficios más extraños que se conocen: es diseñador de laberintos. A lo largo de 40 años, ha creado más de 700 alrededor del mundo, a cuál más complicado. Parques públicos, jardines privados… Allí donde le llaman crea enormes enigmas en los que perderse y luego, con un poco de suerte, encontrar la salida. Los años de experiencia le permiten describir los beneficios del laberinto. Uno entra en ellos, dice, para ponerse a prueba, ordenar las ideas y ensayar la orientación, y de él se sale siempre más sabio. Cuando se sale, claro. El riesgo existe.
El martes, tras el partido frente al Inter de Milán, pensé que el Barça quizá debería invitar al señor Fisher para que le ayude a salir del laberinto de la Champions. En solo tres partidos se ha situado en un callejón sin salida, donde ya no hay lugar para los titubeos, y lo peor es que es el propio equipo quien se ha construido su lío. Frente al Inter, Xavi planteó una alineación que se perdió demasiado en sus arabescos con el balón, sin resultados claros. Raphinha por la izquierda no es Raphinha por la derecha, porque en realidad no conseguía crear simetrías ni combinar con Marcos Alonso, menos incisivo que Balde. Dembélé, más activo que nunca, pero también más ofuscado, se daba siempre de bruces contra el muro y sin encontrar salidas, en parte porque Gavi también se perdía en los recovecos del juego. Solo Pedri parecía tener el laberinto en la cabeza y, para cuando consiguió hilvanar un gol, apareció un árbitro parcial para negarle la salida.
En ese galimatías de pases y combinaciones estériles, aburridas, el Inter nunca se desesperó ni perdió el sentido del juego. Como buenos italianos, su propuesta era el muro defensivo y de vez en cuando espiar por encima del seto. En uno de esos atajos mentales arrancó el gol de la victoria y ahora el Barça ya no puede jugar al escondite. Entretanto, Lewandowski sigue esperando un buen centro, un metro de confianza, pero antes tienen que encontrarlo sus compañeros. Preparémonos: harán falta noches heroicas para salir de este nudo embrollado.
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