Tribuna de Sergi Sol

Primera misión tripulada: Puigneró al ciberespacio

Quien urdió la cuestión de confianza fue Carles Puigdemont. El 'conseller' quiso arrogarse haber estado en la trama contra el 'president', un alarde arrogante porque él no estuvo en el ajo

BARCELONA 26/09/2022 Política Ple del Parlament con la intervención del President Pere Aragonés. En la foto con Clara Vergés,  y Jordi Puigneró  antes de un minuto de silencio por la violencia machista   FOTO de FERRAN NADEU

BARCELONA 26/09/2022 Política Ple del Parlament con la intervención del President Pere Aragonés. En la foto con Clara Vergés, y Jordi Puigneró antes de un minuto de silencio por la violencia machista FOTO de FERRAN NADEU / FERRAN NADEU

Sergi Sol

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A la tercera va la vencida. Tras mandar dos cohetes al espacio, con más pompa que esmero, el 'conseller' Puigneró ha culminado los lanzamientos con la primera misión tripulada. Solo que esta vez ha sido el 'president' Aragonès quien ha encendido la mecha del cohete y Puigneró quien iba dentro.

Jordi Turull creía tener estabilizado el pacto de gobierno este verano. Y ahuyentar la amenazante consulta a las bases sobre la continuidad de su partido en el Govern. Esa previsión se fue al traste tras reunirse con Puigdemont, que le enmendó la plana. Fue un jarro de agua fría. Un baño de realidad para Turull que no se atrevió a llevarle la contraria al patrón pese a sus nuevos galones de secretario general con mando en plaza.

Puigdemont ya no preside el partido. Era muy poco estético presidir un ente (Consell per la República) que se pretendía transversal y, a su vez, presidir uno de los partidos en liza. Puigdemont se podía permitir despojarse del título nominativo, se sabe el líder supremo de ese espacio político que tiene algo de maoísta pues dista mucho de ser un artefacto estable. Iba a seguir mandando desde Waterloo, no en el día a día. Pero nada estratégico se mueve sin su aval.

Quien urdió la presentación de la cuestión de confianza fue Carles Puigdemont, evocando la que en su día planteó tras el rechazo de los anticapitalistas a los presupuestos de 2016. Solo que en 2016 él era el 'president' y ya no lo es. Una diferencia que no es menor. Puigdemont quería acorralar a Aragonès. El Legítimo es él, el estratega, el que iba a meter en vereda al que jamás quiso investir. Solo que en su día delegó en Jordi Sànchez y este sí apostó por cerrar un acuerdo.

El anuncio de la cuestión de confianza de Puigdemont cayó como un mazazo. Por lo insólito, por lo rocambolesco. También por inesperado. Aragonès es un tipo templado, mientras Puigdemont es más temperamental. El 'president' Aragonès vivió como un ataque directo el envite pronunciado por el balbuceante Batet. Y se le acabó la paciencia que ya estaba al límite. Para el republicano era la gota que colmaba el vaso.

En los días previos al Debate de Política General parecía que se habían atemperado las aguas. No era así. No era tanto que se aparcara la consulta a las bases sino que esta consulta -con doble e inesperado efecto bumerán porque al final se va a celebrar igualmente- iba a ser sustituida por un nuevo artilugio: la cuestión de confianza. Puigdemont es un tipo tan audaz como intrigante y desconfiado. Cuando planteó la cuestión de confianza en 2016 solo la compartió con unas pocas personas de su entorno. El grueso del Govern, entonces como ahora, se enteró en el hemiciclo. Es su 'modus operandi' habitual.

Quien sí dijo saberlo era el bueno de Puigneró, que quiso arrogarse haber estado en la trama contra el 'president'. Absurdo y soberbio, él no estaba en el ajo. Fue un alarde tan arrogante como imprudente. Porque si bien es cierto que fue el primero de los 'consellers' en saberlo, se lo comunicó el portavoz Batet cinco minutos antes. El envite de Puigdemont era una apuesta que inequívocamente ponía en entredicho y hacía tambalear la testa del primer inquilino republicano de Palau desde los años treinta. A nadie antes se le ocurrió tamaño desafío participando de ningún Govern.  

De momento y a la espera de la consulta y de 72 horas para arreglar algo que está roto en mil pedazos, el órdago diseñado por Puigdemont ha tenido como primera víctima uno de sus fieles. El sustituto con el que un día soñó para presidir la Generalitat. Lo que a buen seguro escuece al 'president' exiliado, que ve así como su tacticismo se ha llevado por delante a un escudero Puigneró –sin mando alguno en plaza- que tal vez ahora acabe postulándose para recuperar la alcaldía de Sant Cugat, la que les arrebató la republicana Mireia Ingla, la misma que se atrevió a tomar el feudo convergente sin pedir permiso. Otro de los agravios en la larga lista de reproches que se arrastran en Junts.

Puigdemont forzó la máquina y Aragonès ha cortado en seco la artimaña con un gesto diáfano de autoridad. Hay dos cuestiones que Aragonès había  meditado a conciencia, secundado sin fisura alguna por la dirección del partido, sus 'consellers' y su núcleo duro en el Govern. Llegando a dos conclusiones. Más vale sólo que mal acompañado. Y que las elecciones, de ser anticipadas, sería él quien decidiera cuándo y cómo.