APUNTE

Ya somos semifinalistas del Mundial

Luis Enrique, durante el partido de fútbol de la Liga de Naciones de la UEFA entre Portugal y España en el Estadio Municipal de Braga.

Luis Enrique, durante el partido de fútbol de la Liga de Naciones de la UEFA entre Portugal y España en el Estadio Municipal de Braga. / RFEF/PABLO GARCIA

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Ya estamos en las semifinales del Mundial de Qatar y ¡ojito! que el asunto no es ninguna broma. ¡Ojito! que el tema tiene su miga porque así, así, a la chita callando, la selección española de fútbol se ha metido en las semifinales de la Copa del Mundo.

No importa que la noche pintase de color amarillo cuando las emisoras, ante el aburrimiento supino, tremendo y la posesión sin sentido (67-33), para marear la pelota, de España, se dedicasen a narrar los goles de Raphinha con Brasil (5-1) ante Túnez o el mundo estuviese pendiente de si Aaron Judge igualaba, por fin, en Toronto, el récord de ‘home runes’ en una misma temporada (61) de Roger Maris (otro día les cuento esa historia).

Un equipo de autor

No, no, el caso era que Luis Enrique había dicho, pronosticado, anunciado (casi amenazado), a bombo o platillo y cuando Luis Enrique hace anuncios así hay que tenerle muy en cuenta (como cuando no los hace, también, no vaya a enfadarse –más—con nosotros), que España, su selección, porque estaremos de acuerdo que ésta es la selección de Luis Enrique, no de Unai Simón, ni de Pau Torres, ni de Busquets, ni de Gavi, ni de Morata, que, a veces, ni juega, iba a jugar en Portugal como si fuesen los cuartos de final del Mundial de Qatar.

Pues, dicho y hecho: España ya está en las semifinales de la Copa del Mundo. De la próxima Copa del Mundo. Y eso, visto lo visto, no solo ante Suiza, sino también, también, en la primera parte ante los portugueses (la segunda fueron a por ellos e hicieron llorar a Cristiano Ronaldo, aunque eso, ahora, ya no tiene demasiado mérito ¡Dios, cómo está CR7!), es un grandísimo éxito. Nadie sabe cómo se llama esa competición (UEFA Nations League) para la que nos hemos clasificado (Croacia, Italia, Países Bajos y España) y tampoco cuando se juega (junio), pero España ha dejado boquiabierta y llorando a una selección que tiene tan, tan, tan, tan buenos futbolistas (y tantos) que, si nos hubiese pasado a nosotros, estaríamos pidiendo la dimisión de todos ellos (seleccionador –mítico—incluido).

Ganar y/o perder

Después de comprobar que lo mejor que ocurrió en el España-Suiza de La Romareda es que nuestros chicos son tan buena gente, que se fueron a comer todos juntos, los 25, pese a que el seleccionador les dejó irse (si querían) a sus casas, el partido de anoche era, de nuevo, uno de esos que miden a una selección cuya mejor definición (yo todavía no he sabido adivinar si eso es un elogio o una crítica) es que “puede ganar a cualquier y perder con cualquiera”. Pues sí, España perdió con cualquiera (Suiza) y ganó a cualquiera (Portugal).

Y, al menos, como siempre, tampoco esperemos otra cosa, Luis Enrique sigue con el derecho de convocar a quien quiera, cuando quiera y cómo quiera e, incluso, continuar confiando en los mejores suplentes del fútbol español. Eso sí, cuando quiere ganar, como en la segunda parte de anoche, mejor poner a los culés en el centro del campo (Busquets, Gavi y Pedri), no vaya a ser que, en Madrid, se piensen que nos hemos vuelto todos merengues, él el primero.

Lo dicho: jugamos los cuartos de final del Mundial de Qatar, en Portugal, y los ganamos. Ya somos semifinalistas. Veremos quién nos toca.

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