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Barcelona no puede ser moneda de cambio para el PSOE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a Salvador Illa.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a Salvador Illa. / EFE

Albert Sáez

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Los cuarteles electorales de los partidos están en modo municipales desde antes del verano. El inicio de curso ha intensificado los encargos a las empresas demoscópicas. Y en casi todos, Barcelona es el epicentro de sus preocupaciones. Es más que sabido que una parte sustancial del proyecto de Yolanda Díaz pivota sobre la necesidad de que Ada Colau repita como alcaldesa de Barcelona, ganando o no las elecciones. En el PSOE pintan bastos. No hay en el horizonte ninguna posibilidad real de recuperar alguna alcaldía o comunidad autónoma importante, más bien lo contrario. Una victoria en tromba del PP en las municipales haría prácticamente imparable la llegada de Feijóo a la Moncloa. De manera que en Ferraz y en el entorno de Sánchez se ha puesto la mirada en Barcelona vistas las buenas expectativas del PSC tanto en la capital como en el conjunto de Catalunya. La tentación de intervenir en la designación de los candidatos es real y los de Salvador Illa deberían mover ficha para impedir que los asesores de Sánchez pretendan actuar con una visión de Barcelona y de Catalunya de los años 80 del siglo pasado. Illa es el único barón territorial que ha hecho les deberes y ha recuperado el voto de Ciudadanos que en el resto de España se ha ido al PP después de abandonar al PSOE. Y hacer los deberes da derecho a decidir. La candidatura de Barcelona no puede ser moneda de cambio.

También en la batalla de Junts, Barcelona juega un papel clave. El alma activista ha perdido la plaza con la marcha de Artadi, y Turull tiene la oportunidad de explicar con hechos el partido que quiere si recupera a Xavier Trias de candidato. Pero, para conseguirlo, tiene que perderle definitivamente el miedo a Borràs como le pide la mayoría del partido. Y eso pasa por dejar hacer a Trias y no colocarle en la lista guardianes de la ortodoxia.

Lo que pase en Barcelona puede marcar el rumbo de Catalunya en los próximos años. En los despachos, la llegada de Trias ha ahuyentado la tentación de dar recursos a otros experimentos para confrontar con Colau. Y la idea de un gobierno del PSC y Junts, o al revés, toma cuerpo en muchas tertulias. Pero, para ello, ambas formaciones deben hacer los deberes y tener candidatos que puedan pactar entre ellos. Mientras, Esquerra sigue distraída. 

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