Financiación autonómica
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Andalucía no se equivoca

El presidente Moreno Bonilla tiene la ambición de atraer empresas y eso acabará siendo bueno también para Madrid, Catalunya y el resto de España

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno / Marta Fernández Jara - Europa Press

El anuncio del presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, de suprimir el impuesto de patrimonio ha abierto un debate que algunos han querido soslayar. La competencia fiscal es una realidad dentro de un mercado único de mercancías y capitales. Que Andalucía tenga la ambición de atraer empresas tras décadas de inversión pública para crear infraestructucturas que se lo permitan, no debería analizarse con parámetros paternalistas y negarle la posibilidad de hacer lo que hace todo el mundo, incluidas Catalunya y Madrid. Andalucía quiere dejar de ser una comunidad perceptora de recursos públicos y generarlos con su actividad económica. Eso sería bueno para Andalucía y para el conjunto de los españoles. Y si logra ese objetivo se podrían abordar algunos debates imprescindibles para el futuro de España, como el de la financiación autonómica. Cierta izquierda debería recordar que el objetivo de la política fiscal no es perpetuar las desigualdades y compensarlas, sino eliminarlas progresivamente. Cierto es que, en la maniobra de Bonilla, esta intención se suma a la necesidad del PP de acordar el debate sobre fiscalidad que el Gobierno ha abandonado. Hace bien Andalucía en potenciar su competitividad económica, que la tiene, y que han demostrado ciudades como Málaga, que Bonilla ha dicho en más de una ocasión que es su modelo.

Moreno Bonilla tampoco se equivoca al elegir el impuesto de patrimonio para competir fiscalmente. Es compatible ser partidario de una fiscalidad exigente y justa y promover la supresión de un gravamen que no existe en casi ningún otro país europeo y que ningún organismo internacional cita como ejemplo a seguir. De hecho, durante dos años, Zapatero -ahora tan influyente en el Gobierno de Sánchez- lo consideró así, y el PSOE nunca ha dado explicaciones de su cambio de opinión. Por ello resulta paradójico que, en lugar de proponer soluciones para las comunidades autónomas que no pueden suprimirlo por su déficit, anuncie un impuesto a ese concepto indeterminado de “grandes fortunas”. Este tipo de impuestos no son más que el reconocimiento de las lagunas de nuestro sistema fiscal, cuya reforma se ha descartado siendo más necesaria que nunca. Una fiscalidad incapaz de gravar el conjunto de la actividad económica, que tolera un 25% del PIB en negro, que no consigue discernir entre la riqueza que revierte en la sociedad y la especulativa, necesita actuar contra los patrimonios acumulados sin contemplar la trazabilidad de lo ya tributado.

España no necesita más impuestos ni aumentar el tipo de los que cobra. España necesita un pacto nacional contra la economía sumergida que lastra la recaudación y genera competencia desleal entre las empresas y entre los trabajadores. España necesita adoptar las propuestas fiscales de la UE, como es el caso del tipo único del impuesto de sociedades. Ahí está la garantía del gasto social, no en las proclamas contra unos ricos que, demasiadas veces, ya tributan, desgraciadamente, a miles de kilómetros de distancia, para acabar aumentando la tributación de los que no esconden sus negocios ni su riqueza, ni dentro ni fuera del país. Si Moreno pretendía abrir este debate no se equivocó. Se han equivocado los que lo han aprovechado para demonizar de nuevo al PP sin confrontar su modelo. Desde el mismo Moreno Bonilla hasta algunos paternalistas en Madrid y en Barcelona, hay que empezar a tomarse en serio Andalucía para afrontar determinados debates en España.