Una niña encerrada en un autobús
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Una niña de tres años pasó todo el lunes dentro del autobús que la llevaba a su escuela en Sitges. Horas en soledad. Los monitores y el conductor del vehículo no se dieron cuenta de que se quedó dentro cuando los demás bajaron. La escuela no hizo nada cuando vio que no llegó con el grupo. Los padres siguieron trabajando. ¡Qué tremendo resumen de nuestro tiempo! Lo mejor llegará ahora. La presidenta del Consell Comarcal, a cargo del servicio, ya ha separado del servicio a las monitoras del transporte. Luego vendrá cambiar la concesión del autobús. Abrir un expediente a los profesores. Y la oposición doblará la apuesta pidiendo una legislación más dura y, que no falte, más presupuesto mientras con la otra mano propone eliminar el impuesto de patrimonio. Y así, una y otra vez. Esto es el populismo.
Nadie saldrá de la burbuja y pensará. ¿Es lógico meter a niños de 3 años en autobuses para ir a la escuela? Sería interesante tirar del hilo y buscar la cadena de decisiones, individuales y colectivas, voluntarias e inducidas, que llevaron a esa niña hasta ese autobús. Y hacerlo no tiene que significar culpar a los padres, a los maestros, a los monitores, a los conductores o a la administración educativa. Solemos considerar que a esa niña la subió al autobús "el sistema". Tranquiliza las conciencias. Pero no ha sido solo el sistema. Es una cadena de decisiones que pueden resultar lógicas analizadas de una en una. Pero que acaban por crear un resultado absurdo. Y en cada una de esas decisiones, los protagonistas han establecido prioridades. Y cada una de esas prioridades significa que dan más valor a una cosa que a otra. Es falso que este sea un mundo sin valores. Siempre hay valores, aunque luego los resultados nos gusten más o menos.
Una gran revolución, individual o colectiva, sacaría a esa niña del autobús. Algunos pedirán que se prohíba el transporte escolar con niños tan pequeños. Otros que se den permisos de maternidad y de paternidad hasta los seis años. O que se ponga un monitor por cada dos niños en el autobús. Pero igual, a esa niña la puede sacar del autobús algo tan sencillo como que se pueda escolarizar a los hijos cerca del trabajo y no de la vivienda. O que se permita que un progenitor cuide de varios niños sin obligarle a montar una escuela.
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