Impuestos, armonizar, federalizar
La presión fiscal en nuestro país está por debajo de la media europea y las administraciones públicas gastan más de lo que recaudan
Joaquim Coll
Historiador
En el enconado debate sobre las políticas fiscales que practican algunas autonomías gobernadas por el PP, Madrid desde hace años y ahora también Andalucía, se cruzan dos análisis. Primero, el puramente ideológico, porque es evidente que la eliminación de determinados tributos beneficia a las rentas más altas y castiga gravemente la recaudación, lo que va en detrimento de los servicios públicos y del carácter redistributivo de los mismos. Más allá de la discusión sobre si con el impuesto de patrimonio se vuelve a pagar por lo que anteriormente ya se había tributado, y si es o no un impuesto anacrónico, lo que resulta incuestionable es que España no puede permitirse recaudar menos. La presión fiscal en nuestro país está por debajo de la media europea y las administraciones públicas gastan más de lo que recaudan. Por tanto, como recomiendan los expertos, es necesario incrementar la eficiencia y el potencial recaudatorio del sistema tributario. Por desgracia, en nuestro país existen demasiados regímenes especiales, bonificaciones y exenciones que lo convierten en un queso gruyere.
El segundo es el territorial, que lo envenena todo. Que el presidente andaluz Juanma Moreno invite a los empresarios catalanes a trasladarse a su comunidad tras anunciar la supresión de patrimonio es desafortunado, y solo contribuye al enfrentamiento. Las autonomías están en su derecho de subir o bajar impuestos, pero no como forma de succionar la riqueza de otros territorios y practicar un dumping fiscal interno. Por tanto, el ministro José Luis Escrivá tiene toda la razón cuando propone armonizar los impuestos de patrimonio, sucesiones y donaciones por su naturaleza directa sobre la riqueza. Armonizar no es centralizar, sino fijar un suelo federal mínimo de tributación, de manera que las autonomías solo puedan subirlos, pero no bajarlos o eliminarlos. Garantizaríamos así la recaudación y evitaríamos la competencia desleal entre territorios. Finalmente, no podemos olvidar que lo más antifederal e insolidario que hay en España son los cupos vasco y navarro, pero qué poco se habla de ello.
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