El oficio de sujetador
Yo, de verme con el paso de los años en situación como la de Juan Carlos, preferiría un andador que un sujetador, llámenme clásico
Albert Soler
Periodista
No solamente las reinas usan sujetador, ahí está el emérito para demostrarlo. Juan Carlos acudió al funeral de la prima Lilibeth con sujetador, es decir, con un mozo a su lado que le sujetaba, así lo aconseja lo precario de sus fuerzas. Trabajar de sujetador del rey no es tarea sencilla, y no solo porque un único instante de despiste podría acelerar otro funeral, real morrazo mediante, sino porque no es un oficio que quede muy elegante en las tarjetas de visita: «Fulano de tal. Sujetador de rey». Uno puede acogerse a algún sinónimo para disimular, pero «sostén de rey» no es que mejore demasiado la cosa.
Los españoles estaban al corriente desde hace años de que Juan Carlos no era persona muy estable, pero hasta ahora eso iba referido a sus relaciones sentimentales y a su patrimonio. En el funeral de su prima hemos descubierto que la inestabilidad ya es física, hasta el punto de hacer necesaria la contratación de un sujetador. O de varios sujetadores, porque alguien con una vida social tan intensa como el emérito no tendrá suficiente con uno, que terminaría roto de tanto usarlo. Además, tener sujetadores de distintos modelos y tallas ofrece la posibilidad de cambiarlos según la ocasión, no va a ir uno con el mismo sujetador a un funeral en Londres que a un cóctel en Abu Dabi o a una cita romántica en París. Cada situación requiere su propio sujetador, eso lo saben las mujeres desde siempre y es de esperar que Juan Carlos también.
El emérito es de los que gustan de mostrar el sujetador, eso va a modas; hay quien prefiere hacer como que no lleva. A su llegada a Londres, el suyo fue ampliamente fotografiado. Se diría que es un sujetador fuerte pero de formas suaves, serio, que desempeña su función con discreción, como si no estuviera ahí. Se nota que es un buen sujetador, nada de rebajas, sus buenos dineros habrá costado.
Yo, de verme con el paso de los años en situación como la de Juan Carlos, preferiría un andador que un sujetador, llámenme clásico. Pero claro, yo no soy rey. Un rey con andador, aunque sea emérito (el rey, no el andador) dañaría la imagen de la monarquía. Los ciudadanos ven al monarca con andador y capaces son de pensar que los reyes son como la demás gente. En cambio, lo ven usando sujetador, y creen que es un rey moderno.
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