La rebelión de las estilográficas
En sus 70 años de reinado Isabel II no perdió los nervios ni una sola vez y, en cambio, Carlos III se ha descompuesto dos veces en menos de una semana
Quién podía pensar que las plumas, las tintas y los tinteros iban a ser el primer quebradero de cabeza del nuevo rey de Inglaterra. Plumas que lo dejan todo perdido de tinta, tinteros que ocupan el centro de la mesa diminuta donde hay que sentarse a firmar para la historia, escribanías que entorpecen los gestos decisivos… los objetos de escritura parecen haberse confabulado para dejar en ridículo al anciano y atribulado rey.
Sí, tienen razón, la cosa es absurda y trivial. O no, a juzgar por las reacciones en las redes. Los vídeos de ambos momentos, en que se ve al 'king' perdiendo los nervios por menudencias, han tenido en Internet millones de reproducciones. Los opinadores son legión. Algunos dicen que el pobre está cansado, que es mayor o que está triste. Otros le llaman inútil, viejo (nótese el matiz) e insufrible. A ninguna de las dos partes les debe de faltar razón. En todos sitios le comparan con su madre (qué cruz, pobre hombre) y también aciertan todos al decir que en sus 70 años de reinado Isabel II no perdió los nervios ni una sola vez y que, en cambio, Carlos III se ha descompuesto dos veces en menos de una semana. Que sepamos.
Siempre hay otros modos de ver las cosas. La psicóloga experta en lenguaje no verbal Alicia Martos me cuenta su sorpresa ante la espontaneidad del nuevo rey. Siendo inglés y 'royal', ha sido educado para disimular sus emociones y, en cambio, las muestra con una naturalidad desconcertante. Sus gestos urgiendo a un ujier para que retire la escribanía que le estorba desbordan desprecio y soberbia. Su cara de asco al librarse de la pluma que le ha manchado la mano de tinta es también sorprendente. No digamos sus palabras de enfado, tan coloquiales y vulgares. Este señor creció escribiendo con estilográfica, debería saber cómo funcionan. No será el primer manchurrón al que tiene que enfrentarse, imagino. Además, ¿no podía retirar él mismo el tintero? ¿No se da cuenta de lo extraterrestre que parece alguien que no puede apartar algo por sí mismo? Y hay dos preguntas latentes. ¿No había una mesa un poco más grande para la firma de la proclamación? ¿Nadie vio que la estilográfica del rey estaba sucia? ¿Hay una sutil rebelión antimonárquica fraguándose en los tinteros del Reino Unido? ¿Molestar al rey a través de sus instrumentos de escritura es el primer paso de un plan a gran escala para terminar con su paciencia y tal vez con su reinado?
Los amantes de las estilográficas, que en Internet también son multitud, viven estos días con gran agitación. «No soporto esta maldita cosa», dijo el rey en Belfast, mirando con cara de angustia su estilográfica. En los foros se preguntan qué pluma era. La marca Montblanc, que presume de fabricar instrumentos infalibles, corrió a desvincularse del asunto. La «maldita cosa» no era suya. Hay quien dice que no solo era una Parker, sino que era su Parker, la que lleva siempre encima. Quien alguna vez ha usado estilográficas sabe lo que les pasa al viajar en avión. Es fácil que la tinta se desborde con los cambios de presión. Lo que hizo la «maldita cosa» fue consecuencia de la semana viajera que los dos —el rey y su pluma— están soportando y de la falta de unos cuidados mínimos. Era absolutamente previsible y fácil de evitar.
Que la pluma sea una Parker tiene su gracia. Era la marca favorita de Isabel II, quien llevaba siempre una 51 de color «burgundy». La Parker 51 es un modelo icónico, la pluma más famosa del mundo. La reina nombró a Parker proveedor de la Casa Real en 1962. Es una pluma asequible, en las antípodas de la Montblanc con la que Carlos III firmó su proclamación como rey, una Meisterstück Le Grand, conocida como «The Power Pen» (la pluma del poder), por ser la que lucen los poderosos y pijos del mundo.
La sorpresa en este peculiar «pen gate» la ha dado la consorte Camila, quien en la misma polémica firma de Belfast esgrimió ni más ni menos que una Pilot. Esto sí que es nuevo. Una marca japonesa muy conocida entre expertos y muy poco entre quienes no lo son, pero que pasa por ser una de las mejores del mundo. Por cierto, las plumas Pilot suelen disponer de un sistema de seguridad para vuelos en avión. Así que Camila no terminó con las manos manchadas de tinta. Bien por ella.
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