Artículo de Sergi Sol

¿O independencia o elecciones?

Ni habrá Estado catalán, ni comicios ni la ANC concurrirá con candidatura propia. Por lo menos, en el corto plazo

Sergi Sol

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De esa guisa planteó la disyuntiva la ANC, al final de la manifestación del 11S. Además de amagar por enésima vez con concurrir a las elecciones con una candidatura propia

No va a ser ninguna de las tres. Ni por asomo. Por lo menos no en el corto plazo. La primera no pasó con millón y medio de personas en la calle, según cálculos de la Guardia Urbana de Barcelona. Menos va a ser con una décima parte. La manifestación reunió a un gentío considerable. Sin duda. Pero a años luz de lo que se vio, por ejemplo, en 2018. No fue un fracaso, en absoluto. Pero pretender echar las campanas al vuelo choca con una evidencia más que contrastada. Sin olvidar que el ambiente no invita precisamente al optimismo. No está el horno para bollos.

Otro detalle que no es menor es que el mensaje final era un ultimátum al Govern. Para nada al Gobierno. Lo que da buena medida del momento que se vive. El adversario a batir no era el PSOE o el Estado español. Era una pulla intestina, rotunda, con toda claridad. 

Salvador Illa, que se ha despegado en las encuestas, debió frotarse las manos. La ANC le está haciendo un regalo sin igual. Pero no va a ocurrir. Como tampoco se va a poner en cuestión pacto alguno con el PSC por parte de los de Puigdemont. Y mucho menos el de la Diputación. Nuria Marín terminará plácidamente su mandato. Y en este caso con un socio cómodo, que se acomoda a lo que le echen. Es más, todo apunta a una reedición del mismo pacto para 2023.

Más complicado será para Aragonès a medio plazo. Junts podría materializar finalmente -aunque a saber cuando-una consulta interna para forzar elecciones. Turull lo descartaba entre líneas hace unos meses. Pero Puigdemont le leyó la cartilla en verano. Y ya se sabe que donde manda patrón no manda marinero. Torra, el vicario, lo tenía claro. Puigdemont le dijo cómo y en qué condiciones se iban a convocar elecciones.

Esa posible consulta pone en un aprieto a Junts. Y a Turull, que hace funambulismo en un alambre de espino. Ya experimentó Mas que el calor de la calle no siempre es un buen termómetro. Creyó ser el Pantocrátor en 2012, tras romper amarras con el PP espoleado por la calle. Pidió una mayoría incontestable y se dio de bruces. Aunque luego resurgió como el Ave Fénix gracias al 9N. La misma consulta con la que golpearon la cabeza de Junqueras para que se tragara su lista, con la que iban a arrasar. Como ahora insisten con el último 11S, intentando que Junqueras hinque la rodilla. Aunque ahora -más allá de la poesía patriótica- no se sabe hacia dónde. No hay propuesta alguna en firme. Puigdemont ya evidenció con su libro que se deja llevar por un afán más destructivo que constructivo. Mas tenía una idea. Puigdemont no tiene ninguna, lejos del mundanal ruido. 

Pero, aunque hipotéticamente Junts abandonara el Govern, ¿quién ha dicho que simultáneamente Aragonès convocará elecciones? A Pedro Sánchez no le sentó para nada mal gobernar en minoría y en solitario.

Lo que no va a ocurrir es que la ANC se lance a la carrera electoral sin la aquiescencia de Puigdemont. Otra cosa es que intentaran una suerte de candidatura conjunta y variopinta, con el apoyo del Consell que él mismo preside como gran jefe de todo lo que se mueve al margen de republicanos y anticapitalistas. Al estilo de Mas, cuando hizo su segunda conferencia en Molins de Rei.

Y finalmente, queda una opción. Una que Aragonès ni desea ni quiere. Pero que empieza a escucharse en las filas republicanas, ante un ruido cada vez más agresivo que desgasta y pone en tela de juicio al Govern y su cometido. Esto es, que Aragonès se harte y castigue la deslealtad y querella permanentes poniendo de patitas en la calle a los revoltosos. Aunque, en no pocos casos, pagaran justos por pecadores. Hay 'consellers' de Junts con los que Aragonès mantiene una muy fructífera sintonía de Govern. La cuestión es si puede sostener a medio plazo la incesante inestabilidad que ejerce una virtual jefa de la oposición que preside el mismo partido con el que cohabita en el Govern. O igual todo es agua de borrajas y se reduce simplemente a posicionarse ante unas elecciones municipales que amenazan con barrer del todo a los posconvergentes de la región metropolitana.

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