Atención primaria: hay otra forma de hacerlo
Hay que actuar contra la enfermedad pero, esencialmente, contra aquello que la favorece. Hace falta no solo curar, sino generar salud. Este es el espíritu de la salud comunitaria
Joan Guix
Medical Anthropology Research Center. URV. Ex secretario de Salut Pública de la Generalitat.
Joan Guix
La atención primaria y comunitaria (APC) está en crisis. Hace mucho tiempo que lo está, a pesar de que la pandemia lo ha evidenciado todavía más.
Nunca se ha logrado el famoso 25% del presupuesto sanitario; carencia de profesionales, especialmente médicos y enfermeras, no solo porque no hay, como ahora está de moda decir, sino por carencia de capacidad de atracción. En la última convocatoria MIR, un elevado número de plazas de Medicina Familiar y Comunitaria han quedado vacantes. Y sé que la perspectiva no es alentadora: sueldos bajos, , temporalidad, escasas posibilidades de progreso profesional, carencia de reconocimiento real, tanto por parte de la Administración como de la ciudadanía; sobrecargas de trabajo.... Y esto se traduce en insatisfacción de los profesionales y de la ciudadanía, que sufre largas esperas, visitas telegráficas..... Nunca se había visto una conflictividad tal, hasta la agresión física, por parte de algunos usuarios.
La Administración hace un discurso de la importancia de la atención primaria, pero de puertas adentro muchas veces se la ve como el portero del sistema sanitario, que evita sobrecargar demasiado los hospitales. Lo hemos visto durante el covid-19. Cada vez más trabajo, cada vez con menos recursos. Es cierto. No hay profesionales. Pero es que aquí no tienen ningún tipo de atractivo y marchan a otros lugares, donde las condiciones son mejores. En la Conferencia de Astaná de la OMS, hace cuatro años, se dijo: “Nos esforzaremos en retener al personal de la atención primaria de la salud y garantizar su disponibilidad en las zonas rurales, remotas y menos desarrolladas. Afirmamos que la migración internacional del personal sanitario no tiene que socavar la capacidad de los países, especialmente de los países en desarrollo, para satisfacer las necesidades sanitarias de sus poblaciones”. ¿Cómo se plasma este compromiso?
“Se hace todo lo que se puede”. Es cierto. ¿Es cierto?
Hay dos formas de arreglarlo.
Una forma consiste en parchear. Ante la falta de médicos y enfermeras, ponemos personal que les pueda descargar de otros trabajos. Pongamos psicólogos, nutricionistas. Reducimos burocracia: más administrativos, sistemas informáticos, teleasistencia.... Está bien, pero..., es que los pacientes necesitan ver a sus médicos y enfermeras y que los vean. Yo recuerdo que en la facultad nos enseñaron que el contacto directo médico-paciente era esencial..
Pero hay otra forma.
Monique Bégin, ex ministra canadiense de Sanidad, reflexionó: "¿Qué sentido tiene curar a las personas y enviarlas de nuevo a las condiciones que las enferman?“. Tener más o menos salud no es un tema de azar o de suerte. Desde que nacemos, e incluso desde antes, hay toda una serie de factores sociales y económicos (vivienda, educación, dieta... y también la sanidad) que condicionan nuestra salud. Son lo que denominamos como determinantes sociales de salud, y un 80% de estos factores son ajenos al sistema sanitario. Hay que actuar contra la enfermedad pero, esencialmente, contra aquello que la favorece. Hace falta no solo curar, sino generar salud. Este es el espíritu de la salud comunitaria.
Ahora hace 44 años de la conferencia de la OMS en Alma Ata, donde se pusieron las bases de muchos aspectos trascendentales del sistema sanitario, y, en especial, de la APC: una asistencia sanitaria equitativa, efectiva, basada en la ciencia, de calidad, eficiente, universal, orientada a la prevención de la enfermedad y promoción de la salud, con participación ciudadana y de los profesionales. Y de proximidad, con contacto directo entre profesionales y ciudadanos.
En las crisis hay la oportunidad del cambio, solo hace falta tener claro lo que hay que hacer y el valor político de hacerlo.
Este es el momento de hacer algo que dé respuesta a los problemas que tenemos planteados. No se trata de hacer más trabajo, de añadir la 'comunitaria' a la actividad de los CAP, sino de hacer cosas diferentes y de forma diferente, junto con los servicios sociales y los entes locales, con autonomía de gestión y con unas condiciones dignas. “No tenemos recursos” no es una excusa. ¿Hay algo más prioritario en la sanidad que los profesionales?
Hace seis años, el 'conseller' Comín impulsó un planteamiento en línea con lo que hemos dicho. Se le llamó Estratègia Nacional d'Atenció Primària i Salut Comunitària (ENAPISC), y después se olvidó. Y no fue cosa del covid-19.
¿Y si nos lo volviéramos a mirar?
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