GOLPE FRANCO

“¡Lewan-bam-bam!”

Lewandowski.

Lewandowski. / UEFA

Juan Cruz

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Suspense sanitario. El estupor marcó el minuto 81, el silencio respiraba las ansiedades que amenazan la vida. Una persona sufrió un ahogo en la grada, el portero del Cádiz recorrió su zona para arrojar un motor de aire sobre esa parte del graderío, y el partido, como el público, como los que lo vimos en casa, se quedó en suspenso, tiritando todos por el miedo a una desgracia. El alivio llegó cuando esa persona dejó el estadio y, aparentemente, su porvenir será la vida. El partido se reanudó como si se le devolviera al campo un fantasma de árbitros y de futbolistas, que reanudaban la contienda haciendo memoria de lo que había sucedido .

Los pies de los futbolistas no tenían clara la memoria; jugaban estigmatizados por lo que acababa de ocurrir. Calentar, en estas condiciones, mejora la sensación de escalofrío que tuvieron mientras se ponía luz verde a un Cádiz-Barcelona cuya primera parte fue una débil construcción azulgrana, falto de la suerte que le dan futbolistas como Pedri o Lewandowski. Antes de la larga suspensión fueron estos dos los que aliviaron al Barça de los rigores de la recaída en la desgracia. El gol del ex del Bayern fue una expresión de lo que antiguamente se llamaba pundonor y que ahora podría decirse alegría de jugar. Ese tanto, viniendo de lejos, despejó el frío azulgrana y abrió el campo a la goleada que le quitó a la afición gaditana su legítima esperanza a reiterar otras victorias pasadas sobre el conjunto que ahora pone a correr Xavi Hernández.

El marcado fue inaugurado por De Jong, un futbolista exquisito, que hace el juego como si estuviera hablando consigo mismo, convenciéndose y convenciendo de que pocos como él saben cómo abrir filas en medio de un bosque tupido. Cuando Lewandowski (Lluis Flaquer lo llama en la Ser ¡Lewan-bam-bam!, y acierta con el apodo, pues es una metralleta) aligeró definitivamente el camino. El Barça ya tenía en el campo también a Dembélé y a Pedri, y todo parecía encarrilado para una victoria coral posterior al susto de todos los que tuvimos que ver algo con el partido, en el estadio o en las casas. 

Esa imagen del gol que ¡Lewan-bam-bam! le regaló a Ansu Fati fue mucho más que un presente. Fue un gesto solidario que el grande le hace al chico en el inicio de una carrera que ambos seguirán en Múnich, de tantos recuerdos y de tanta melancolía. Ansu estará con el polaco tratando, ante el Bayern, de recuperarnos del susto más grave de los azulgranas. Ahora será Lewanetcétera de nuestra partida. Quién lo iba a decir.

Y qué decir del gol de Dembélé. Ese hombre está hecho de una materia prima insólita, pues todo en él comunica con la inteligencia de marcar como si soplara el balón. Dele Dembélé, le dice el cerebro, y ahí va el balón, como Juan Sin Miedo. 

A estas alturas del partido los que en casa vimos con estupor que el Barça le regalaba tiempo y cancha al Cádiz ya respirábamos tranquilos. Detrás quedaba, por otra parte, la naturaleza horrible del miedo a que un corazón no regresara a casa. 

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