Nuestro mundo es el mundo | Artículo de Joan Tapia

Choque Aragonès-ANC

ERC planta cara porque, según las encuestas de la Generalitat, solo un 11% de catalanes quiere una independencia no pactada

Pere Aragonés en la entrada del ministerio de Economía.

Pere Aragonés en la entrada del ministerio de Economía.

Joan Tapia

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El independentismo creció con fuerza tras la sentencia del Constitucional de 2010, que recortó el Estatut de 2006. Y su momento de gloria ha sido siempre la gran manifestación unitaria de cada 11-S, convocada por la ANC, entidad militante pero no partidista, y jaleada por todo el soberanismo. La Diada se convirtió en la fiesta mayor de la Catalunya independentista.    

Pero este año ha salido a la luz la creciente división del movimiento. En la convocatoria, la ANC acusa a los partidos de girar hacia el autonomismo (pecado) y deslegitima la mesa de diálogo con el Gobierno de Madrid impulsada por ERC. Y el 'president' Pere Aragonès, y la cúpula de ERC, han decidido no participar porque creen que se ataca a quien es, tras las elecciones de 2021, el primer partido independentista. 

'Los éxitos independentistas están ahí y además siguen teniendo mayoría parlamentaria. Pero también ha sufrido derrotas. La primera en las elecciones 'plebiscitarias' de 2015, convocadas como referéndum y en las que la lista unitaria (CDC, ERC y Lluís Lach) se quedó en el 39,59% de los votos. Sumando a la CUP, llegaron al 47,8%. Gatillazo que quedó enmascarado porque conservaron la mayoría parlamentaria.

La segunda fue la de la declaración unilateral de 2017. El Gobierno Rajoy recurrió al artículo 155, suspendió la autonomía y convocó elecciones. El 'president' Puigdemont huyó a Bélgica y el vicepresidente Junqueras y otros dirigentes fueron procesados y encarcelados por el juez Llarena, instructor del Supremo. Hubo sonadas protestas, pero no rebelión. Los catalanes fueron a votar y el independentismo repitió mayoría parlamentaria. Salvaron los muebles.

Pero las derrotas dividen. En 2015, prometieron la independencia en 18 meses y ya han pasado varios años. Quizás por eso la impaciente ANC se revuelve contra ERC y contra JxCat (menos). Pero la ruptura principal es la de los dos socios del Govern. ERC ha tomado nota de lo sucedido y apuesta por pactar con el Estado un referéndum, mientras que JxCat jura fidelidad al referéndum de 2017 y quiere seguir desafiando al Estado.  

Pero, ¿cómo? En JxCat hay 'realistas', que no rehúyen pactos puntuales con Madrid (el vicepresidente Puigneró sobre el aeropuerto), y radicales, al estilo Laura Borràs, que exigen el reto continuo a España, aunque sea de forma más teatral que efectiva. Y JxCat está algo paralizado porque su secretario general, Jordi Turull, hombre de aparato, quiere la unidad interna y teme que los 'lauristas' se escindan y hagan una lista de independentistas auténticos con la ANC. Y luego está la CUP, que siempre cabalga sola y aspira a la revolución social

El independentismo padece una gran divergencia interna. Y Pere Aragonès y Oriol Junqueras se han decidido a hablar algo más claro y romper tabús. Así ERC, pese a que sabe las ruidosas críticas que tendrá, se ha separado de la la ANC al anunciar que no irá a la manifestación. Y Aragonès ha dicho que este año la mesa de diálogo sólo negociará la 'desjudicialización', una amnistía parcial para los independentistas que aún deben afrontar juicios. Y que el referéndum solo se podrá abordar en 2024, porque 2023 es año electoral en España.

¿Por qué ERC planta cara al maximalismo, pese a saber que serán acusados de poco menos que 'traición'? Por la ANC. Y por JxCat, que no quiere romper el Govern, pero sí descalificar a los republicanos. 

ERC ha sabido sintonizar con los sentimientos de las bases nacionalistas que, según las encuestas, se están moviendo. Solo el 41% de los catalanes -y bajando- desean hoy la independencia, según la última encuesta de la propia Generalitat. Y, más decisivo, este 41% se parte entre los que quieren una separación pactada (28%) y los que aún creen en la vía unilateral (11%). Los del pacto barren entre los votantes de ERC (59% contra 14%) y ganan entre los de Junts (43% contra 37%) e incluso entre los de las CUP (54% contra 32%). Y en la última encuesta de la Generalitat, el PSC sube más que ERC mientras que Junts pierde fuelle.

Con estos datos, ERC cree que sus bases están maduras para asumir al mismo tiempo un programa máximo de futuro (la independencia) y otro mínimo: gobernar Catalunya sin traumas y negociar con las fuerzas progresistas del Estado. Ahí estamos.

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