Artículo de Jordi Alberich

Europa y el gas

Con el gas a precios estratosféricos, no tiene explicación alguna que determine el precio de todas las fuentes de energía. El gobierno español fue el primero en señalarlo, y el tiempo le ha dado la razón

Agosto cerrará como el mes con la electricidad más cara de la historia, con un precio medio en el mercado mayorista por encima de los 290 euros el megavatio/hora (MWh), lo que hará que la factura de la luz supere este mes los 110 euros.

Agosto cerrará como el mes con la electricidad más cara de la historia, con un precio medio en el mercado mayorista por encima de los 290 euros el megavatio/hora (MWh), lo que hará que la factura de la luz supere este mes los 110 euros. / EFE/Luis Millán

Jordi Alberich

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Por fin, la Comisión Europea ha reaccionado y se propone modificar de manera inmediata el mecanismo de fijación de precios de la energía. Para llegar a ello ha sido necesario que los países del norte padeciesen una escalada insostenible del coste de la electricidad y que, de una vez, los mandatarios europeos descartasen la hipótesis de que la inflación era de carácter transitorio.

La regulación del mercado energético ha sido siempre compleja y confusa, tanto por lo enrevesado del sector como por la enorme capacidad de influencia de las grandes corporaciones energéticas; y aún más en plena transición verde. Pero el sinsentido de estos meses recientes ha resultado descomunal e incomprensible, pues el modelo europeo, que podía resultar apropiado para incentivar las energías alternativas en un momento de normalidad, resulta tremendamente insensato en las actuales circunstancias. Con el gas a precios estratosféricos, no tiene explicación alguna que determine el precio de todas las fuentes de energía. El gobierno español fue el primero en señalarlo, y el tiempo le ha dado la razón.

Este es un primer paso para avanzar hacia un modelo que se base en entender que la energía es un bien esencial y que las operadoras prestan un servicio público, lo que tiende a olvidarse. Un ejemplo de ello lo tenemos en haber trasladado al consumidor la decisión acerca de qué tipo de tarifa le conviene: el ciudadano no dispone de conocimientos, ni tiene por qué, para decidir acerca de una cuestión tan complicada. Es la buena regulación la que debe garantizar la prestación del servicio en las mejores condiciones. En cualquier caso, una noticia positiva.

Y para seguir con el optimismo, estos mismos días el Canciller alemán se ha mostrado dispuesto a batallar para una reforma radical de la gobernanza europea. En concreto, considera que se debe transitar de un modelo en que las grandes decisiones requieren la unanimidad de todos los estados de la Unión, a un sistema de mayorías. Mucha suerte.

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