Artículo de Rafael Vilasanjuan

Dos frentes de guerra

Por ahora gana Putin, este era el escenario que esperaba para esta temporada: cuanto más frío sea el invierno más posibilidades de conseguir que la UE se resquebraje.

Gazprom to suspend gas deliveries to the French group Engie

Gazprom to suspend gas deliveries to the French group Engie / EFE / STEPHANIE LECOCQ

Rafael Vilasanjuan

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Nunca habíamos temido tanto a Rusia. Ni siquiera en los años en los que la dictadura en España se alimentaba del odio hacia el otro lado del telón de acero habíamos tenido esta sensación de dependencia. Entonces el temor a lo que ocurría al otro lado del muro valía para justificar lo que pasaba aquí; ahora en cambio todo se atribuye al devenir de la guerra y a la voluntad de quien nos ha metido en ella. Todo lo que está ocurriendo en el regreso de estas vacaciones es achacable a Putin. Para empezar, estamos condenados a seguir al minuto lo que ocurre en el frente: que, si ahora avanzan las tropas ucranianas, o si por el contrario los misiles rusos provocan una nueva tormenta en Kiev. Pero más allá de la primera línea de conflicto hay otros frentes que nos dirigen aun con más fuerza al devenir de las decisiones que se tomen en Moscú. Que tengamos gas este inverno depende de que Rusia cierre el grifo o lo mantenga razonablemente abierto. Como consecuencia estamos pagando la energía a precio de oro y las cancillerías europeas ya no saben de donde recortar para evitar que con la especulación aumente una inflación desbocada. 

Europa sufre y si preguntamos serán mayoría los que aseguran que Rusia está en el centro de todos los problemas: de la recesión, de la caída de las bolsas, del precio del carburante, de las medidas para tener calor en verano y frio en invierno. Donde antes encendíamos la calefacción o le dábamos al mando del aire, ahora nos frena Moscú. Estamos en guerra y los augurios para este otoño no pueden ser peores. Lo dicen los políticos de media Europa, lo certifica también el capital, tan conservador que soporta mal este tipo de vaivenes incontrolados y las bolsas bajan en parte porque se frena el negocio, en parte también por el temor a una nueva crisis de dimensión desconocida. Por ahora gana Putin, este era el escenario que esperaba para esta temporada: cuanto más frio sea el invierno más posibilidades de conseguir que la UE se resquebraje. 

Su voluntad para desestabilizar es tan evidente, que le basta amenazar con solo cerrar el grifo. Y es que aunque las trincheras y los muertos de esta batalla estén solo en Ucrania, el frente apunta directamente a la economía y a recuperar cierto bienestar tras la pandemia. Estamos en guerra. La decisión de cerrar de manera indefinida la tubería por donde transita el gas hasta Alemania va por ahí. Sin embargo, aunque el horizonte aquí se intuya oscuro, tampoco para Putin todo son buenas noticias. La propuesta europea de limitar un precio para la compra de petróleo ruso pone en juego miles de millones necesarios para mantener el conflicto. Un paso más que demuestra que la UE sigue firme. A la hora en que miles de ciudadanos en Moscú acudían a las exequias de Gorbachov, el hombre que quiso acabar con la confrontación y la Guerra Fría, aquí hemos empezado a entender que más allá de Ucrania, su sustituto en el Kremlin, Vladímir Putin, ha venido para volver a abrir aquel frente pasado. Esa es la guerra.

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