Vuelta al cole
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Curso sin huelga y con dudas

¿Qué lesiones pueden provocar las mochilas del cole en los niños?

¿Qué lesiones pueden provocar las mochilas del cole en los niños? / Group of children with female teacher walking in school corridor. Back view. Education or back to school concept

El curso escolar empieza este lunes en Catalunya para la educación infantil y primaria sin una nueva ronda de huelgas y movilizaciones en el horizonte tras el acuerdo entre el Departament d’Educació y los sindicatos representativos de los docentes para revertir la hora lectiva adicional incorporada hace una década . Es de aplaudir que, a pesar de las tensiones acumuladas entre la Administración educativa y el colectivo docente en los últimos meses, ambas partes hayan tenido la capacidad de hacer las paces a tiempo. Un escenario sin un conflicto colectivo en marcha será imprescindible cuando otras tantas dificultades y dudas que estaban también tras el malestar acumulado siguen en pie, y resolverlas pasará en gran parte por una buena dosis de esfuerzo y buena voluntad.

Para empezar, el adelanto del inicio del curso. Una medida que pese a la interferencia que produce en las rutinas y ritmos de trabajo de los centros, adecua mucho mejor el calendario escolar al ritmo vacacional y laboral de las familias. El problema no debería ser tal si el cambio de calendario, sin apenas tiempo entre el regreso de vacaciones del profesorado y el inicio de las clases, se hubiese producido en condiciones que permitiesen disponer de las plantillas definitivas para el curso siguiente, los currículos aprobados y las formaciones necesarias realizadas antes de las vacaciones. Y esto no ha sido así. El curso empezará después de que los docentes hayan tenido poco más tiempo que el necesario para poner en orden el mobiliario y el material escolar, un elemento de tensión que debería ser evitable. El hecho de que gran parte de los currículos que, tras la entrada en vigor de la nueva ley general educativa sean borradores aún por aprobar y sin materiales pedagógicos adaptados, será sin duda superado por la profesionalidad del profesorado. Aunque, de nuevo, añade un elemento más de desorganización innecesario.

Otros dos problemas deberían estar sobre la mesa. Ambos. Las dificultades para que la oferta de FP se ajuste con facilidad y en los plazos adecuados a la demanda existente (Educació reconoce que debe revisarse el sistema para evitar que tras haber creado 158 nuevos grupos de grado medio a estas alturas haya 20.000 alumnos sin la plaza en unos centros y estudios y 26.000 vacías en otros) debería ser objeto de un debate prioritario. Así como la capacidad del sistema de atender a la vez a la FP como continuidad de los estudios de secundaria, a lo que este año se ha dado prioridad, y como segunda oportunidad para trabajadores o estudiantes. Pero mientras esta situación seguramente quedará en sordina, la polémica seguramente será mayor en el caso de la aplicación de normativas y sentencias sobre el uso del castellano en la escuela.

El acuerdo transversal entre la mayoría de los partidos catalanes como alternativa al 25% de clases en castellano dictado por los jueces debería permitir zanjar la polémica. Pero aunque sería ilusorio esperar que esto sucediese cuando la lengua aparece como un goloso elemento de confrontación desde diversas posiciones políticas, quizá sería algo más fácil si el pacto se defendiese públicamente como lo que es, y no como una victoria contra la amenaza de la presencia del castellano en la escuela. Es decir, como un pacto para que catalán y castellano, sin cuotas, tengan la presencia que con criterios pedagógicos sea aconsejable, centro a centro, para garantizar el objetivo del dominio suficiente de catalán y castellano por todos los escolares. Hacer de una u otra lengua un cuerpo extraño, hostil o prescindible no forma parte de lo firmado. Ni de lo que la convivencia en Catalunya necesita.