Alternativas

¿Nucleares no, gracias?

Central nuclear de Vandellòs 2.

Central nuclear de Vandellòs 2.

Sergi Sol

Sergi Sol

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Acuérdense de ese lema que cosechó tanto éxito durante décadas y que tras el accidente de Chernobil puso en jaque los programas nucleares de medio mundo. Aunque ya antes del fatal accidente en Ucrania la contestación a la energía nuclear venía precedida de un amplio eco.

La campaña antinuclear dio alas a la izquierda y a la protesta. Y nació el ecologismo como fuerza política que progresivamente penetró en el ideario de los partidos.

Era tal el rechazo a la energía nuclear que la contestación social hizo parar proyectos de centrales en Europa. E incluso ETA, en el País Vasco, asesinó a dos de los ingenieros de la central nuclear de Lemoniz.

Pues puede que todo eso esté en crisis, no solo porque hoy el gran problema de la humanidad son las emisiones de CO2 producto de la combustión de carbón, petróleo y gas. También -y sobre todo en Catalunya- por el retraso acumulado en la implantación de las renovables. Una situación que ha convertido a Catalunya, en la práctica, en una extensión de Francia. Con la diferencia de que tras los Pirineos hay una política de Estado que abogó a través de esa vía (la nuclear) por la independencia energética.

La actual crisis energética y la dependencia del gas ruso han puesto de relieve un debate que no se hace -en buena medida es un tabú- y si a eso añadimos que Catalunya es un país que produce electricidad mayormente gracias a las centrales de Ascó y Vandellòs, ambas en el Ebro, tenemos el cóctel perfecto para justificar la enésima prórroga de las centrales nucleares que deberían cerrarse definitivamente para 2034.

Hay una doble paradoja. Nos pasamos el día rasgándonos las vestiduras por el calentamiento global mientras planteamos como una imperiosa necesidad traer gas por tuberías. Esto es, más emisiones de CO2 'sine die'. Luego, como colofón protestamos airadamente contra los parques eólicos porque afean el paisaje.

Uno es responsable de lo que ocurre por acción o por omisión. Cuando condenamos Catalunya con nuestra actitud intransigente -y en el fondo, terriblemente conservadora- eso acarrea unas consecuencias en tres frentes: dependencia energética, nuclearización y/o perpetuación de las emisiones de CO2.

No se le olvide usted cuando salga a protestar contra un proyecto eólico. Y no se olvide tampoco que vive usted de regiones como el Ebro que no solo tienen nucleares que proveen a toda Catalunya. También parques eólicos a destajo.

Suscríbete para seguir leyendo