Movilidad

H12, la vida desde una línea de bus

El transporte colectivo, que pasó su prueba de estrés con la pandemia que nos hizo más desconfiados del grupo, por miedo al contagio, relanza su apuesta empujado por la crisis climática y energética

El H12, de Gornal a Besòs-Verneda, en la parada de la Gran Via situada junto a la plaza de Tetuan.

El H12, de Gornal a Besòs-Verneda, en la parada de la Gran Via situada junto a la plaza de Tetuan. / Mónica Tudela

Carol Álvarez

Carol Álvarez

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'Efficient' es el nombre de un modelo de autobús muy poco frecuente en la ruta del H12, una de las más largas de Barcelona y que une el barrio del Besòs con el del Gornal, ya en L’Hospitalet. Los habituales de la línea saben que toda la ciudad se abre en canal a su paso, es un corte limpio, y enseña todas las costuras a su paso: no ves el mar, pero lo hueles cuando cruzas la calle de Marina y algún turista y surfero en bicicleta cruza al otro lado de la ventana; las torres de la Sagrada Família, la misma torre Agbar, apuntan al cielo mediterráneo. La huella de Gaudí asoma en el cruce de paseo de Gràcia, los hoteles salpican a lado y lado de la calle en el ordenado Eixample, y la fuente de plaza de Espanya te avisa de que está la montaña pelada de Montjuïc ahí mismo. Cines y teatros, restaurantes y farmacias y tiendas te exponen su oferta. Los usuarios de la línea también cambian según suben y bajan del autobús, están los que van a juicio a la Ciutat de la Justícia, los que van de compras al Ikea y al Gran Via 2, los que vuelven a casa después de hacer gestiones en el centro, vuelven al barrio, van a la oficina. 

El recorrido del H12 también está en Youtube, algunos aficionados al motor, apegados a la ciudad y su pulso, difunden vídeos con la megafonía de su ruta, la cantinela de cada parada de banda sonora, otros comparten imágenes inéditas como ese modelo raro de autobús en el recorrido, el 'Efficient'. Es un coche corto, no es articulado, y aunque es moderno, es un autobús híbrido de gas natural, no da abasto para todo el pasaje que lo va a ocupar. En agosto hay menos, pero los que suben se reconocen porque eligen el lado montaña del bus para sentarse: ahí no pega el sol a través de las ventanas.

El Ayuntamiento ha prometido que va a mejorar el servicio, que tiene mucho de tren ovejero, con su encanto trasnochado pero poco eficiente y cómodo. Nuevos coches, más frecuencia de paso, un control inteligente del servicio que haría, por ejemplo, aumentar o reducir los vehículos según la demanda en tiempo real. El H12 electrificado sería así, cuando se ejecute el proyecto, lo más parecido a un tranvía sin ser un tranvía, que es lo que reclama históricamente la plataforma del transporte público PTP. 

Nos lanzamos todos a políticas verdes y sostenibles, y el transporte colectivo, que pasó su prueba de estrés con la pandemia que nos hizo más desconfiados del grupo, por miedo al contagio, relanza su apuesta empujado por la crisis climática y energética.

De Delhi a Manhattan

Ciudades de todo el mundo se han subido a la marea de movilidad eléctrica, apartan los coches de las ciudades, y así vemos los planes de Nueva Delhi por combatir la polución del aire con una partida de más de 600 millones de euros para electrificar el transporte público, mientras Nueva York, empecinada en combatir la congestión de tráfico y el alto coste del combustible, trabaja ya en un impuesto para los vehículos privados que transitan por Manhattan que los gobernantes quieren que devuelva al transporte público usuarios y sobre todo ingresos que reviertan en mejoras. 

Solo juntos podremos salir adelante, y el transporte unipersonal, que parece el más rápido entre dos puntos, se ha demostrado que es una trampa global de tráfico y además un gasto personal y colectivo ya inasumible. Si el camino a recorrer ha de ser en movilidad compartida, aceleremos sus mejoras.

La transformación del H12 no culminará hasta 2027, eso si no se tuerce,  pero lo que permanecerá es la travesía larga, limpia, como trazada con una regla a la usanza de los límites de países que se marcaban en territorios conquistados en otros siglos, la gran vía de  90 minutos quietos y en movimiento a la vez, un crisol de vida.

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